— Agencia Télam / Cecilia Farré
Muy lejos del territorio verde típico de su Entre Ríos natal, el vehículo de exploración Skua se desplaza en suelo antártico donde el paisaje tiene pocas diferencias y la orientación es compleja. Con cámaras térmicas y ópticas de largo alcance y de cercanía de 360° para la navegación, sensores de calidad del aire, temperatura y derrames, el sistema no tripulado puede transmitir toda la información a antenas a más de 30 kilómetros, dar apoyo científico y de búsqueda y rescate.
“Tiene múltiples usos como facilitar el conteo de colonias de pingüinos, los investigadores podrán operar el vehículo a distancia a través de las cámaras y dejar todo grabado. A través de inteligencia artificial le estamos enseñando cuáles son las siete especies de pingüinos que tenemos”, indica Sebastián Mirich, CEO de American Robotics, la empresa argentina encargada del desarrollo del equipo. “Hoy el conteo de las colonias se hace a mano y de lejos, en circunstancias climáticas difíciles y con especies de pingüinos agresivos, como el emperador, al que los científicos mucho no se pueden acercar”, agrega.
Ahora el Skua está en la sede entrerriana de la empresa en donde le realizan nuevas pruebas y actualizaciones de software en base a la experiencia que ya tuvo en la Antártida, para luego regresar en el último trimestre de 2023. Una de sus adquisiciones nuevas es la incorporación de un georradar destinado a detectar grietas en el suelo para poder convertirse en vehículo guía de otros tripulados, y evitar así incidentes con peligro de muerte.
“El robot se ubicará unos metros hacia adelante para analizar si hay aire debajo de la nieve y que advierte rápidamente a los otros vehículos. Una de las tareas fundamentales es que el Skua realice mapas de grietas”, detalla Mirich. La nueva incorporación ya fue probada en Bariloche, en glaciares del cerro Tronador. La empresa desarrolla el trabajo junto con la Dirección General de Investigación y Desarrollo (DGID) del Ejército Argentino y el Comando Conjunto Antártico (Cocoantar).
El Skua surgió como un producto con fines industriales y luego fue rediseñado ante la necesidad de Cocoantar de un sistema terrestre no tripulado con un sistema electrónico capaz de resistir las condiciones climáticas del continente blanco.
Además, los ingenieros y diseñadores industriales de la empresa están desarrollando un segundo vehículo llamado Mula, de mayor tamaño y con otras funciones, en especial de carga. “Puede trasladar fácilmente 2.000 kilos y arrastrar 6 toneladas -adelanta Mirich- porque tiene mucha fuerza, la de dos motores de camión”.
Pero al igual que Skua, Mula puede adaptarse a distintas funciones como búsqueda y rescate, transporte de heridos y “convertirse en un robot bombero si se le colocan los cañones de disparos de agua que se pueden controlar a distancia”, señala el CEO de American Robotics.
La capacidad de esta tecnología de adaptarse a distintas funciones y necesidades llevó a la cartera que dirige Jorge Taiana a crear el Programa de Desarrollo de Sistemas No Tripulados para la Defensa. “El uso de estos sistemas ha ido acrecentándose en todo el mundo, tanto en la órbita civil como en la órbita militar”, asegura la secretaria de Investigación, Política Industrial y Producción para la Defensa, Daniela Castro.
Según la funcionaria, “como todo sistema, utiliza una serie de tecnologías por lo que hay una cantidad de disciplinas involucradas en estos desarrollos en los Argentina tiene capacidades que puede incrementar a partir de los proyectos con los que contamos”.
Castro añadió que los sistemas no tripulados están considerados dentro de la directiva de política de defensa actual, y que al momento hay 13 proyectos en análisis y desarrollo para tierra, aire y agua que cuentan con el financiamiento del Fondo Nacional de la Defensa (Fondef).
Además de brindar funciones específicas de vigilancia y control de espacios de jurisdicción nacional, reconocimiento y transporte de carga útiles, otro de los propósitos “es permitir el desarrollo y dominio nacional de ciertas tecnologías transversales y contribuir de esta manera a incrementar la soberanía nacional”, expresó el director de Normalización, Certificación y Nuevos Productos del Ministerio de Defensa, Federico Di Venanzio.
Para ello “empezamos a elaborar un mapa de más de 4.000 proveedores de la Defensa, de los cuales 1.000 son de base industrial. Un número interesante del cual partir y poder programar un crecimiento de un sector a ser considerado dentro de la matriz productiva”, adelantó Castro.
Algunas de las empresas e instituciones que trabajan en los proyectos en marcha del programa de Defensa son INVAP, Aerodyca, Cicaré, Marinelli Technology, Seroelectric, Faniot, la Facultad de Ingeniería del Ejército, la Fábrica Argentina de Aviones (Fadea)y la Dirección General de Investigación y Desarrollo de la Fuerza Aérea Argentina.
Robots para cuidar el ambiente
El director del Instituto de Desarrollo Costero (IDC) de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, Javier Tolosano, explica que decidieron utilizan un Vehículo Remotamente Operado (ROV) de la empresa Pancora Robótica Submarina ante la necesidad de elaborar mapas de sensibilidad ambiental de áreas subacuáticas que requieren un mayor cuidado de conservación y medidas de mitigación rápida en caso de un derrame. Con el ROV, los investigadores pueden relevar profundidades a las que los buzos no pueden llegar o permanecer por mucho tiempo a causa de los efectos de la presión en el organismo.
El relevamiento que realiza el IDC incluye además el análisis de recursos marinos, costeros, sitios arqueológicos y turísticos y forma parte de un convenio con la empresa Terminales Marítimas Patagónicas, Termap, encargada del transporte de hidrocarburos. “Cuando empezamos a hacer los mapas de sensibilidad ambiental, parte del financiamiento que obtuvimos para desarrollar esta actividad la destinamos a la compra de un ROV para complementar la actividad de los buzos”, comenta Tolosano.
Por otro lado, el equipo también se usará para realizar el monitoreo y la línea de base ambientales para un futuro proyecto de dragado a partir de un convenio con la Administración Portuaria de Comodoro Rivadavia. El ROV relevará los organismos bentónicos presentes en una zona de más de 50 metros de profundidad.
“A futuro también tenemos planificadas otras tareas relacionadas con la prospección de zonas de congregación de centollas en épocas reproductivas y podríamos utilizarlo en algunos proyectos de acuicultura que están desarrollando investigadores del IDC”, amplia Tolosano.
El ingeniero nuclear Pedro Mariano Nowakowski es uno de los creadores de Pancora Robótica Submarina, la empresa con sede en Bariloche que nació en forma oficial a inicios de 2021, aunque desde 2016 estaba presente la idea de desarrollar vehículos autónomos subacuáticos (AUV).
El ingeniero detalla que dentro de esta familia se encuentran los ROV que son operados en forma remota por medio de un cable, como el que utiliza el IDC, y aquellos que cuentan con inteligencia artificial y sensores para tomar decisiones con lógica. “Estamos trabajando una línea que va hasta 100 metros de profundidad y otra hasta los 300”, menciona Nowakowski y añade que, a mayor profundidad, el desafío tecnológico para mantener la comunicación es más grande.
Entre las distintas funciones que pueden tener estos vehículos subacuáticos, el ingeniero agrega el uso en la industria acuícola para el control de las jaulas y estudios de impacto ambiental del alimento que queda como resto en el lecho marino o lacustre que puede generar desequilibrios en el medio, al igual que el uso de antibióticos. “Los robots con sistemas aplicados a la industria son capaces de limitar y prevenir ese impacto ambiental”, señala Nowakowski.
También se pueden utilizar para inspección de cascos de barcos y otras estructuras, e incluso con la tecnología adecuada, el control de la pesca ilegal. Con creatividad y gran capacidad de adaptación, los sistemas no tripulados cuentan con un futuro prometedor.