La falta de precipitaciones impacta negativamente en el desarrollo de los cultivos, afectando especialmente al trigo, que está en una fase crucial para su crecimiento.
Este contexto crítico se da en medio de una expectativa climática, que, hasta el momento, no ha traído las lluvias necesarias y los pronósticos indican que las precipitaciones podrían retrasarse aún más. En zonas como Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires, los cultivos están bajo estrés hídrico, afectando tanto al trigo como a la siembra de maíz, que se ha visto retrasada.
Este escenario tiene consecuencias directas sobre la economía argentina por lo que el Gobierno y las entidades rurales siguen de cerca el desarrollo de la situación.