El cáncer de mama es el tumor maligno más frecuente entre la población femenina. Concienciar a las mujeres sobre la importancia de conocer las técnicas de autoexploración mamaria, las revisiones periódicas y la mamografía son fundamentales para poder detectarlo a tiempo.
La importancia de la detección temprana del cáncer de mama mediante el uso de la mamografía y otras técnicas es fundamental ya que cambian el pronóstico de la enfermedad.
El diagnóstico precoz es vital pues de él dependen las posibilidades de curación, que pueden ser del 100% si se detecta a tiempo.
La mujer debe aprender a conocer bien su cuerpo y así apreciar cualquier signo de alarma. Los especialistas recomiendan a todas las mujeres mayores de 20 años que realicen la autoexploración mamaria cada mes.
Después de los 25 años, lo mejor es que un especialista explore sus mamas anualmente. Y a partir de los 40 años de edad, es conveniente que se someta periódicamente a una mamografía.
Basta con estar un poco atenta a cualquier cambio en los senos y si se aprecia alguno, acudir con rapidez al médico, el único capacitado para valorar por medio de pruebas específicas, como la mamografía, ecografía o resonancia magnética si se trata de un cáncer de mama.
La autoexploración puede efectuarse ante un espejo para apreciar cualquier cambio en el color y textura de los senos. Una vez observadas ambas mamas, el examen se completa con una palpación.
¿Qué estamos buscando?
Un bulto del tamaño de un guisante o una avellana (no tiene que ser doloroso). Una masa dura y densa, inmóvil al palparlo.
Anomalías asimétricas. Generalmente sólo aparecen en uno de los senos.
Pezón retraído (en una posición invertida a la normal).
Cambios en el color de la areola (la piel de tonalidad oscura que rodea al pezón).
Alteraciones en la textura de la piel de la mama (piel de naranja, rojeces, grietas).
Incremento del número de venas visibles en uno de los senos.
Asimetrías en el tamaño de las mamas.