La pista de aterrizaje del Aeropuerto Internacional de Paro, en el Reino de Bután, es probablemente la más peligrosa del planeta. Construida en 1968 por la Organización de Carreteras Fronterizas de la India, fue utilizada inicialmente por las Fuerzas Armadas de ese país para realizar operaciones con sus helicópteros. Hoy en día solo un selecto grupo de pilotos en todo el mundo están cualificados para aterrizar sus aeronaves en este complicado aeropuerto.
Un valle de difícil acceso
Su nivel de dificultad no es solo su pequeña pista. Es su localización lo que termina siendo un dolor de cabeza para los pilotos. Este aeropuerto está situado en lo profundo de un valle, a unos 2.235 metros sobre el nivel del mar, además de que está rodeado de altísimas montañas con picos de hasta 5.500 metros.
Debido a esa elevación sobre el nivel del mar, este aeropuerto se construyó con una pista de tan solo 1.200 metros de longitud. Y atendiendo a ese detalle, el Gobierno de Bután no dudó en establecer requisitos para escoger el tipo de aviones que transitan desde y hacia Paro.
Otro de los desafíos que tienen que enfrentar los aviones es atravesar las casas que están dispersas por toda la ladera de la montaña. De hecho, hay momentos en que tienen que volar a pocos metros de los tejados. También hay que tener en cuenta los fuertes vientos que suelen azotar los valles, que pueden ocasionar fuertes turbulencias.
La compañía estadounidense Boeing concuerda en que el aeropuerto de Paro “es uno de los más difíciles del mundo“. Tanto así, que solo a 17 pilotos se les permite y saben cómo despegar y aterrizar de esta peculiar pista.
Fuera de vista
Y todo lo anterior ni siquiera son los mayores obstáculos que tienen que enfrentar los pilotos, ya que la pista no es visible sino hasta el último momento. Antes deben recorrer las intrincadas montañas en un ángulo de 45 grados, para caer rápidamente en ella.
En este aeropuerto no hay lugar para errores, pues hay un punto en el que la parte trasera del avión está a pocos metros de rozar las edificaciones que están en la cima de la montaña. Una casa roja dispuesta junto al acantilado se convirtió en un punto focal importante para los pilotos.
Debido a su peligrosidad, solo se realizan vuelos diurnos y bajo condiciones meteorológicas favorables. En valle de Paro los pilotos deben confiar más en su ojo que en los instrumentos, como suele ocurrir con los vuelos nocturnos.
De momento solo tres compañías realizan viajes al aeropuerto de Bután: Bhutan Airlines, Buddha Air y Druk Air. Y dejando de lado lo difícil que es sobrevolar esta zona, las cristalinas aguas del río Paro y los refrescantes colores del Himalaya regalan una espectacular vista que hace olvidar cualquier susto a los pasajeros.
Fuente: Grandes Medios