El inesperado y sonoro fracaso del primer ministro Benjamín Netanyahu en formar su cuarto Gobierno consecutivo llevará a Israel a celebrar dos elecciones generales en seis meses por primera vez en su historia.
De acuerdo a las primeras declaraciones y acusaciones de esta madrugada, se espera un verano muy caliente ante la cita del 17 de septiembre.
Con la amenaza electoral creciendo a medida que la aguja del reloj avanzaba hacia la medianoche que marcaba el fin del plazo establecido, el líder del Likud intentó hasta el último segundo desactivar la mina (Avigdor Lieberman y ley de reclutamiento de ultraortodoxos) en el camino e incluso exploró nuevas vías desesperadas como ofrecer Defensa y Justicia al partido laborista.
La opción de un ejecutivo con el centrista Azul y Blanco (35 diputados como el Likud) en una Cámara atomizada (11 partidos) no existía porque su líder Benny Gantz lo condicionaba a la salida de Netanyahu imputado, previa audiencia, por supuesta corrupción. Sin los cinco escaños del partido derechista Israel Beitenu de Lieberman, Netanyahu tenía el apoyo de sólo 60 los 120 diputados.
La campaña electoral ha comenzado. "Lieberman ha engañado a sus electores que querían un Gobierno de derechas como expresaron en las urnas hace un mes. Ha vuelto a arrastrar a Israel a unas elecciones innecesarias con un gasto innecesario.
Lieberman es parte del bloque de la izquierda", denunció un contrariado Netanyahu señalando que la ley de reclutamiento era un "pretexto ya que iba ser aprobada como deseaba el ejército".
Lieberman, que fue su estrecho ayudante en su primer mandato como jefe de gobierno en 1996 y dimitió como ministro de Defensa en el 2018, replicó: "Desgraciadamente, Israel celebrará otra vez elecciones debido al rechazo del Likud a nuestra propuesta sobre la ley de reclutamiento. Se han rendido ante los ultraortodoxos".
Se trata de una de las peores noches del considerado "mago de la política israelí" que gobierna desde el 2009. Su único consuelo es la mayoría lograda (74 a favor y 45 en contra) para disolver el Parlamento y evitar que Rivlin encargue la composición de Gobierno a Gantz.
En cualquier caso, el jefe del ejército no disponía de suficientes soldados en la Cámara para llegar a los necesarios 61 votos. Varias semanas después de las elecciones, un encuentro determinará el futuro de Netanyahu: la audiencia con el fiscal general Avijai Mandelblit para saber si a va juicio por corrupción.
Su situación en torno a los tres casos de corrupción influyen de forma clara en la clase política ya que el veterano dirigente tenía la intención de legislar en verano una ley para evitar que un primer ministro sea juzgado mientras ejerce.
"Netanyahu fracasó en el encargo para formar gobierno y en lugar de dejar que Gantz lo intente, quiere disolver la cámara. Su objetivo es gobernar para convertir la Knésset en su refugio ante la Justicia", avisaba el diputado centrista, Yoav Segalovich, mientras a pocos metros Yoav Kish (Likud) admitía: "Elecciones otra vez es muy malo para Israel pero tampoco podemos perder el tiempo dando la opción a Gantz a intentarlo.
Lieberman ha cometido una gran irresponsabilidad". La nueva coalición del Likud, muy similar a la actual, se basaba en los dos partidos ultraortodoxos , un pequeño partido ultranacionalista y Kulanu (centroderecha social).
Lieberman, el sexto elemento de la estructura, exigió no retocar "ni una coma" el texto de la ley del alistamiento. "No podemos ceder sobre una ley que ya de por sí es una concesión. ¡Alguna vez que los jaredim deben ceder! Netanyahu siempre les da lo que piden", acusó.
Lieberman pedía aprobar la ley incluyendo cuotas y la posibilidad a los diputados ultraortodoxos de ausentarse en la votación. Aunque no garantiza un aumento del número de jóvenes ultraortodoxos (3.400 al año) en uniforme, es esencial para Lieberman en su objetivo de consolidarse como líder de la derecha laica.
Lo que nadie duda es que la hostilidad y desconfianza entre Netanyahu y Lieberman ha sido clave para el fracaso de la formación de la nueva coalición y será un punto central y polémico en la campaña electoral.
Los conocidos ministros Naftali Bennett y Ayelet Shaked, que no lograron los suficientes votos el pasado 9 de abril para estar en el Parlamento, han recibido el regalo de sus vidas. Los israelíes se fueron a dormir sin creerse la vuelta tan rápida y surrealista a las urnas que, según los sondeos, darán más o menos el mismo resultado (victoria del bloque conservador) pero con un gasto adicional de 125 millones de euros.
Algunos no podrán ni dormir como el joven diputado centrista de origen etiope Gadi Yevarkan emocionado ayer en su primer y último discurso en la 21ª Knesset que pasará a la historia como la más breve y extraña. (EL Mundo)