Algunos especialistas califican de desolador lo que sucede en el gigante suramericano: la violencia no para de crecer y la tasa anual de homicidios ya es de 31,6 muertes por cada 100.000 habitantes.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) habla de "epidemia de violencia" cuando el índice supera las diez muertes por ese grupo de población. La mayoría de países latinoamericanos la supera con creces, pero Brasil la triplica.
En España, uno de los países más seguros del mundo, la tasa es del 0,6 por ciento. "Lo que está pasando en Brasil es algo que realmente está fuera de todos los patrones mundiales. Pocos países se acercan a Brasil en términos de tasa de homicidio", afirmó el investigador Daniel Cerqueira en la presentación del informe en Río de Janeiro.
Entre las múltiples causas, los especialistas apuntan la guerra desatada entre las dos principales facciones del narcotráfico, el Primer Comando de la Capital (PCC) y el Comando Vermelho (CV), que han desplazado su conflicto sobre todo a los estados del norte y noreste del país. Las regiones más buscadas por los turistas por sus playas y su clima agradable todo el año son cada vez más violentas.
El estado de São Paulo es el segundo más seguro (después de Santa Catarina, en el sur) y Río de Janeiro, a pesar de abrir continuamente el telediario con los tiroteos de sus favelas, aparece en la décima posición en el ranking de los 27 estados del país.
Los jóvenes de entre 15 y 29 años son los más afectados por la violencia (35.783 muertos en 2017), hasta el punto que el informe habla de una "juventud perdida", pero la situación varía mucho en función del color de la piel.
Los negros son el 75,5 por ciento de las víctimas. La tasa de homicidios para este grupo de población es del 43,1, mientras que en el caso de blancos, indígenas o brasileños de origen asiático es de 16.
"No se puede negar que la letalidad violenta en Brasil está ligada sobre todo a una cuestión social, a grupos vulnerables socialmente que se concentran en determinados territorios (...) es como si los negros y los no negros viviesen en países completamente distintos", alertó Cerqueira.
En otros grupos de riesgo, como las mujeres y el colectivo LGTBI, la situación no es mucho mejor. La violencia contra la mujer aumentó un 30,7% en una década y la tasa ya es de 4,7 asesinadas por cada 100.000 habitantes. En el caso de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales el informe apunta que en el último año aumentaron un 127% las denuncias por homicidio.
Detrás dela gran mayoría de muertes, hay una pistola. El número de brasileños asesinados por armas de fuego creció un 6,8% entre 2016 y 2017, sesgando 47.500 vidas (más del 70% del total de homicidios). Aunque las cifras son muy negativas, los especialistas aseguran que podrían ser peores si no fuera porque en 2003 se aprobó el Estatuto del Desarme, una ley que puso numerosos obstáculos a la compra de armas y que es frecuentemente criticada por el presidente Jair Bolsonaro. (REUTERS/El Mundo)