Gonzalo, un incipiente colonista de 9 años, le preguntó a don Eugenio, un viejo sabalero curtido en las lides del hincha... "Abu, ¿qué es ganar a lo Colón?"... El hombre, con toda su experiencia a cuesta, entrecerró sus ojos melancólicamente y respondió: " Es el sufrimiento que en la mayoría de las veces te lleva a una gran alegría". Y como por arte de magia, sus recuerdos fueron fluyendo como una gran catarata de nostalgias.
Ese recuerdo que rememora aquel 5 de Mayo de 1905, cuando comenzó a gestarse la historia que luego se teñiría de rojinegra; que pasa por la imagen de Antonio Rivarola, el Capitán Orejas, un jugador indescifrable; que fue el primero de Colón en jugar un mundial, en la década del '30.
Por Francisco Ghiano, un presidente que por los años 40 y 50 fue un pilar indestructible para el crecimiento sabalero. Por las imágenes ya borrosas de aquellos partidos inolvidables de la Primera B y Primera C, con apellidos que se entremezclan para marcar un tiempo de dura lucha y sacrificio: Pastoriza, Tenutta, Sabotij, Ramírez, Eulalio Gómez, Elías, Poncio y muchísimos más que fueron abanderados de esa época que marcaría el camino hacia una grandeza mayor.
El gol eterno del Ploto Gómez y la imagen del gran Pelé derrotado reviven la leyenda de aquella tarde de mayo de 1964 cuando el poderoso Santos de Brasil y del mundo caía en el Barrio Centenario, otorgándole el mote de Cementerio de los Elefantes al estadio sabalero.
Ese recuerdo que se agiganta cuando aparece la figura del inefable Italo Giménez, constructor de la base fundamental para que Colón "sea de primera", en 1965. Y las fotos en blanco y negro de Tremonti, Sanitá, Gisleno Medina, Obberti, Orlando Medina y Raúl Cardozo, son fieles testimonios de una proeza inigualable hasta ese momento en el fútbol de la ciudad de Santa Fe.
La sapiencia de Jim López, hacedor del equipo del '68, con el paraguayo Lezcano, el Beto Tardivo y el Pato Colman como referentes incuestionables surgen en el pensamiento junto a la zurda de Cococho Alvarez, la firmeza de Trossero, la ductilidad de Villaverde, la viveza de Edgard Fernández, la pujanza de Coscia, los goles de Saldaño y la magistral conducción del Gitano Juárez, bastiones indestructibles del equipo del '75, uno de los más recordados por la prensa en general. En ese pensamiento aparecen las figuras del Contador Salerno y del Ingeniero De Bianchetti, dos de los directivos responsables de ese momento sabalero.
El recuerdo se incomoda y se trastoca cuando aparecen los largos años de Colón en la B... el malogrado año '89... y los penales fatídicos de Córdoba... la foto histórica de los 20.000 sabaleros en el Chateau Carreras obran de pronto como un bálsamo ante las imágenes negativas.
La vuelta a primera en el '95, enmarcada con las figuras de Gambier , el Loco González y Adrian Marini, sacuden el corazón rojinegro. Las Copas Conmebol y Libertadores marcan con esplendor un tiempo inigualable en el anecdotario colonista. Se confunden en un solo pensamiento el gol de Saralegui ante Independiente en cancha de Lanús, el de Sandoval en Lima ante Sporting Cristal y los penales atajados por Pablito Burtovoy ante Olimpia en el Defensores del Chaco.
El nombre y los goles de Esteban Fuertes, el máximo goleador sabalero y quien más vistió la casaca sangre y luto, repican sin cesar en el mundo colonista. Repasar la gestión de José Vignatti es una obligación en los últimos tiempos del Mundo Colón.
Desechar los tiempos de Germán Lerche es una constante en el ideario rojinegro. Una muestra más que acabada de sufrimiento, de sufrimiento auténticamente colonista.
El repaso abarca en forma rápida el descenso en Rosario y la rápida vuelta con el grito desencajado de Lucas Alario para poner a Colón donde debía estar, sin lugar a dudas. Todos recuerdos imborrables que resaltan las últimas Copas Sudamericanas, con el hito inigualabe del Morumbi y la victoria extraordinaria del Mineirao. El gol de Fritzler y las manos de Burián se confunden en una misma imagen.
Pero la mente se estremece cuando aparecen los momentos vividos en Asunción del Paraguay. En esa final trunca por el resultado pero incuestionablemente saludable al corazón sabalero por la movilización y la demostración de fidelidad del pueblo rojinegro. Una travesía difícil de igualar.
Don Eugenio abrió los ojos y con firmeza expresó: "En las buenas y en las malas siempre con sufrimiento. A lo Colón". Gonzalo lo miró fijamente a su abuelo, esbozó una sonrisa de satisfacción y comprensión y mirando la ventana entonó: "¡Ae...ea...yo soy sabalero...ae ...ea...sabalero...sabalero!".