El juicio que se sigue por el asesinato de Fernando Báez Sosa a manos de una patota de rugbiers en las afueras de un boliche de Villa Gesell reavivó el debate sobre la "cultura rugbiers" y la violencia como práctica naturalizada en algunos sectores de ese deporte.
Vanina Laspina, madre de un joven golpeado a la salida de un boliche de Santa Fe en 2018, recordó su caso en diálogo con LT9 y aseguró que ninguno de los agresores tuvo consecuencias judiciales a cinco años del hecho.
"Ellos salieron a festejar un cumpleaños. Se habían cruzado con estos chicos en un colectivo, los provocaron pero no les dieron importancia. Adentro del boliche se volvieron a cruzar. Mi hijo salió con un compañero y no sabe en qué momento algunos de estos pibes salieron de entre los autos y los empezar a agredir verbalmente", comentó la mujer en una nota con Mariano Bravi en Primera Mañana.
Y agregó: "Mi hijo y su compañero jamás hicieron nada. Cuando quisieron retirarse ya estaban en ronda. Uno gritó que había que pegarles, intentaron salir corriendo pero otro lo tacleó. Mi hijo se acuerda hasta que recibió un fuerte golpe en la cabeza, después él perdió la consciencia. El relato que tengo es el de cuatro chicas que son las que se metieron y les pidieron que por favor paren".
"Ellas desbloquearon el teléfono, se comunicaron conmigo, llamaron una ambulancia -que nunca llegó. Yo a Santiago lo trasladé en un patrullero. Desde Santo Tomé me fui hasta la Ruta 168, y llegué antes que la ambulancia. Lo terminamos llevando en un patrullero hasta el Hospital Cullen", continuó con el relato Vanina.
Los atacantes eran 11 chicos que por entonces formaban parte del equipo de rugby del Club La Salle. "Estaban totalmente identificados. Tenían en ese momento esa práctica de salir a pegar por pegar. Nos tomaron la denuncia en la Comisaría de barrio El Pozo. Fuimos al médico policial y hasta el día de hoy estoy esperando una respuesta", aseveró.
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