La guerra que Afganistán vive desde hace 17 años produjo más de 10.000 muertos y heridos civiles en 2017, según el informe anual emitido por UNAMA, la misión de Naciones Unidas en este país asiático.
Entre estas víctimas, 2.965 fueron causadas por ataques suicidas y "ataques complejos", categoría que engloba la incursión por grupo armado con explosivos. Es el mayor número nunca registrado por la organización desde el inicio del conflicto.
Un total de 57 ataques suicidas y otras modalidades de atentados han dejado 605 muertos y 1.690 heridos entre la población no combatiente a lo largo del pasado año, señala el informe, cifras que suponen en Afganistán un incremento de un 17% respecto a 2016.
"Esta tendencia se ha confirmado también en 2018", ha explicado a los medios Tadamichi Yamamoto, enviado especial de la ONU, y ha recordado los tres ataques masivos lanzados en Kabul, así como el producido en Jalalabad contra la ONG Save The Children, que dejaron en enero más 130 muertos y 250 heridos en solo diez días.
Según el informe, en 2017, la segunda causa de muertes de civiles en Afganistán fueron los choques entre fuerzas gubernamentales e insurgentes, aunque en cifras generales se ha producido un descenso respecto a 2016.
Las víctimas producidas por ataques antigubernamentales son unos dos tercios del total, según la ONU. Los talibanes fueron responsables del 42%, el Estado Islámico del 10% y un 13% a manos de otros grupos insurgentes. Por otro lado, la quinta parte de los muertos y heridos civiles han sido causados por fuerzas afines al Gobierno.