Se trata de un imprevisible. Normalmente, los astrónomos lo detectan al cabo de unos días y nunca cuando empieza, como le ocurrió al afortunado Víctor Buso.
El aficionado avisó a la Asociación Estadounidense de Observadores de Estrellas Variables (AVVSO, por su siglas en inglés), lo que llevó a astrónomos y físicos del hemisferio sur a apuntar con sus telescopios hacia el fenómeno. Algunos observaron las secuelas de la explosión durante más de dos meses.
Según el estudio publicado en la revista británica Nature, los nuevos datos recabados permiten comprender mejor la estructura física de la estrella justo antes de su desaparición e, incluso, la propia naturaleza de la explosión.
El equipo pudo comprobar que la masa inicial de la estrella era unas 20 veces superior a la masa del Sol.
Los investigadores también pudieron observar un aumento espectacular de la luminosidad de la supernova. "En menos de media hora, el objeto había multiplicado su luminosidad por 3", según un comunicado de la universidad francesa Paris Diderot.
Esto podría deberse a la emergencia de una onda de luz, una onda de choque explosiva en la superficie de la estrella, ya vaticinada por modelos pero nunca observada.
"La onda de choque de la explosión emerge de la superficie estelar, tras haber atravesado el interior de la estrella. En ese momento preciso, se liberó una enorme cantidad de luz en un flash luminoso", precisó el comunicado.
Victor Buso solo tenía una oportunidad entre 10 millones, o incluso 100 millones de ver este espectáculo, subrayó Melina Berseten, del Instituto de Astrofísica de La Plata que también participó en el estudio.
Fuente: Los Andes.