Cada 25 de julio, el almanaque suma un año más de impunidad e incertidumbre en torno al caso de Fernanda Aguirre, la nena que desapareció en el año 2004, cuando salió a buscar flores al puesto que su mamá tenía en el cementerio y nunca más se la volvió ver, no se sabe qué fue de ella. El principal sospechoso, un homicida con antecedentes por agresiones sexuales que gozaba de salidas transitorias, murió en una comisaría.
En el programa Buscar del Gobierno nacional sigue vigente una recompensa de 500.000 pesos para quien aporte datos que permitan encontrar a la niña. Figura como “desaparecida” en San Benito, a unos 10 kilómetros de Paraná. El monto no fue actualizado pese al paso del tiempo.
La investigación judicial determinó que Fernanda había salido a cumplir con el encargo de una vecina para su mamá, justo cuando el país miraba la final de la Copa América que Argentina y Brasil jugaban en Perú.
La niña se dirigía al cementerio, donde su madre tenía un puesto de flores, cuando fue secuestrada por el convicto Miguel Ángel Lencina y su sobrino de 14 años. Horas más tarde, la familia de Fernanda recibió un llamado y le pidieron un rescate de 2.000 pesos.
La familia juntó ese dinero y lo llevó hasta el lugar pactado, el Puente de Hierro, pero la chica no apareció. Los investigadores policiales pudieron rastrear los llamados extorsivos y dieron con Lencina y su mujer, Mirta Chávez. Estando preso, solo 72 horas después, el hombre fue hallado ahorcado en una celda de la comisaría Quinta.
Su viuda declaró que Lencina ahorcó a Fernanda y que le había traído las zapatillas de la niña. Chávez dijo que ella se las dio a una amiga de Santa Fe. Finalmente fue condenada a 17 años de prisión por las extorsiones telefónicas, pero salió en libertad en 2014, solo 7 años después. Fijó domicilio en la ciudad de Gualeguay y jamás dijo cuál fue el destino de Fernanda.
El sobrino de 14 años que participó del secuestro era inimputable al momento del hecho y no fue ni detenido ni juzgado. Solo declaró que había estado con su tío aquel 25 de julio, pero que no había visto a Fernanda.
Miguel Lencina había sido condenado por los homicidios de María Dolores Domínguez y Pamela Trepán de Fischer, a quienes también les había robado las zapatillas, como trofeo, como ocurrió en el caso de Fernanda.
María Inés Cabrol, la mamá de Fernanda, emprendió un largo camino de lucha para tratar de hallar a su hija, pero en medio de la incertidumbre, murió a raíz de un cáncer fulminante el 11 de mayo de 2010. Se fue sin tener respuestas. Y si estuviera con vida, tampoco las tendría.
Un año más sin Fernanda, un año más de incertidumbre sobre qué pasó con una nena de apenas 13 años que salió a buscar flores y nunca más volvió.