Los diputados dieron luz verde por 336 votos a favor, 142 en contra y dos abstenciones al texto que sienta las bases de la reforma tributaria, aprobada en diciembre pasado después de 40 años en discusión y que buscó simplificar el rompecabezas fiscal brasileño. 

El texto pasa ahora a manos del Senado y, de haber alteraciones, tendrá que volver a la Cámara Baja para ser discutido de nuevo, antes de ser sancionado por el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, uno de los impulsores de la reforma. 

La ley define qué productos estarán exentos del IVA, entre ellos alimentos de primera necesidad como el arroz, las alubias y el pan, así como ciertos medicamentos. 

Queda fuera, por ahora, la carne, pese a que el poderoso grupo de legisladores que representa al sector agropecuario presiona para incluirla en la lista de productos exentos mediante las enmiendas. Además, se gravarán con un tipo más alto productos considerados perjudiciales para la salud, como los cigarrillos, el alcohol y las bebidas azucaradas, así como el sector de las apuestas. 

Los carros eléctricos también entran en este grupo por el impacto de las baterías de litio desechadas, pese a la oposición de la industria automotriz. 

"Es un asunto vital para (tener) un sistema más justo y sacar a Brasil de este manicomio tributario al cual estamos acostumbrados", afirmó sobre la ley el presidente de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, frente a las críticas de la oposición de extrema derecha. 

Los nuevos impuestos empezarán a ser puestos en práctica a partir de 2026 en un proceso gradual que concluirá en 2033. 

Lula, que llegó a la Presidencia en enero de 2023 entre las dudas del mundo económico, se ha congraciado con los empresarios gracias al impulso de esta reforma fiscal largamente esperada.