El tránsito de esta segunda mitad de década presenta demandas sociales complejas y procurar las respuestas efectivas, requiere de un gran esfuerzo por dar a conocer la realidad.
Siempre omnipresente, el debate sobre el desempeño del periodismo, cobra actualmente una relevancia singular por la expansión del uso de redes sociales que revela pretensiones de compromiso ciudadano, por un cambio de paradigma, que fue de la escasez a la sobreabundancia de información y a la difusión convergente de noticias, y además, por la llegada de la Inteligencia Artificial a las redacciones.
Si bien hablamos de una coyuntura que demanda enfoques específicos, en ella subsiste el planteo central que históricamente caracterizó el análisis respecto del ejercicio periodístico: cómo acercar un hecho al conocimiento del público evitando que entren en colisión derechos y garantías fundamentales.
Como punto de partida, la premisa nos remite a esa “súper” libertad que es la Libertad de expresión y que contiene otros derechos: a la prensa libre, al secreto profesional y reserva de fuente y al acceso a la información.
Estos principios, característicos de un gobierno republicano, están consagrados en la Constitución Nacional, en la declaración de Derechos Humanos, en el Pacto de San José de Costa Rica, en los Principios de Chapultepec y en las Reglas de Heredia, entre otros documentos de obligada consulta.
Resulta clave tener siempre presente que no se trata de derechos absolutos, sino que en su libre ejercicio, los ciudadanos son responsables de no lesionar derechos ajenos, de no dañar el honor o la intimidad de una persona y de la preservación de identidad, en cada caso en el que así corresponda.
En el campo de la Comunicación Social, un debate presente es el de la nociva “espectacularización” de todas las noticias, que conspira contra las metas profesionales apuntadas.
Una respuesta superadora es reforzar las convicciones desde la ética periodística, oponiendo a la tan extendida ligereza con la que se encaran temas complejos, un trabajo profesional a conciencia, de consulta de fuentes, de cruces de datos, de evaluación de interés social y de un equilibrio de espacios pergeñado desde la mirada pluralista.
Por los elementos arriba analizados, es que el desafío del momento configura también una oportunidad, la de renovar la búsqueda de una comunicación basada en la rigurosidad de la narración de los hechos noticiables, más allá de cualquier formato apto para dar a publicidad cada trabajo periodístico.
Una práctica orientada a ese objetivo, debe estar basada en el respeto a los derechos y garantías, y a su vez, en la habilidad para establecer un adecuado criterio de jerarquización de intereses.
Poder discernir certeramente la forma de armonizar derechos, requiere en definitiva, de una preparación, habilidad y responsabilidad profesional, que eviten la vulnerabilidad o colisión de las garantías mencionadas.