Camiones rojos, con hachas, mangueras, escaleras, extintores. Otros cargan con tanques cisterna para 9000 litros de agua. Trajes estructurales ignífugos, pesados. Hombres con manos duras como el cuero, de caras negras por el hollín y dientes blancos que asoman por una mueca de esfuerzo y cansancio. Algo así esperaban los bomberos de Epuyén, Chubut, cuando pidieron apoyo para combatir las llamas que devoraron bosques y escupieron cenizas. Pero cuando llegaron los refuerzos, sucedió lo histórico. Del camión bajaron las gemelas Ardalla y María Cárdenas, la primera dotación de bomberos totalmente conformada por mujeres.
"En el cuartel somos 26 bomberos en total. Somos ocho mujeres y el resto son hombres. Yo manejo hace rato camiones pesados, semi pesados y vehículos de rescate, pero esta fue la primera vez que salimos las tres compañeras juntas. Fue la primera vez en 30 años del cuartel que salió una dotación conformada nada más que por mujeres", cuenta Cárdenas de 30 años, bombera voluntaria del cuartel El Hoyo, en Chubut, a 24 kilómetros al noroeste de Epuyén.
Cárdenas a la mañana trabaja en la oficina pública de Pesca Continental de Chubut y a la tarde atiende su propia fiambrería. En su familia todos fueron bomberos y desde que tiene memoria le fascinó la idea de poder ayudar a la gente en medio de una emergencia.
El 31 de enero pasado, gran parte del equipo de bomberos de El Hoyo acababa de regresar de una emergencia en la zona. Al mismo tiempo, en Epuyén, ardían cerca de 2000 hectáreas de bosque nativo. En el lugar trabajaban alrededor de 200 agentes de distintas dotaciones que contaban con el apoyo de aviones hidrantes y helicópteros con helibalde.
"Cuando suena la alarma, que puede ser a cualquier hora, te levantas en el acto y lo único que querés es llegar en el acto al cuartel. Nos cambiamos, nos vamos rápido. Me pasó en Navidad que sonó la sirena en medio de la cena y me tuve que ir. Por esto, el apoyo de las familias es fundamental, sin eso sería todo imposible", recuerda Cárdenas.
En el cuartel debieron programar una brigada para salir al día siguiente con un camión cisterna y sus 9000 litros de agua. Cárdenas se ofreció como conductora: "Nosotros justo llegamos de otra salida y dijeron que, al otro día, iban a necesitar un chofer para Epuyén. Entonces me ofrecí. Me pidieron que elija a dos bomberos más y las sumé a las gemelas. Preparamos las mochilas con provisiones, porque en incendios así estás varios días, y a la mañana siguiente salimos".
Hasta ahí era todo normal. "Nos dimos cuenta después, cuando se armó todo el revuelo. La verdad que como se maneja el cuartel, es algo natural que las mujeres compartan todo con los hombres y trabajemos en equipo. No nos dimos cuenta que era la primera vez que salíamos solo mujeres. Me sorprendí mucho con el impacto que tuvo todo esto. Camino al incendio, nosotras íbamos repasando las cosas que teníamos que hacer y charlando de la vida porque, además, las tres somos amigas", dijo Mariana Ardalla, de 33 años, que tiene dos hijos -uno de cuatro y otra de ocho. Inés está casada con César y tienen una hija de seis años. Cuando no están en el cuartel, ambas trabajan como docentes en una escuela primaria.
"Fue algo histórico, en más de 30 años del cuartel es la primera vez que pasa. Pero la verdad que acá nos cuidamos un montón entre todos y siempre nos tratamos de igual a igual, no hay diferencias", agregan.
Ambas entraron al cuartel el año pasado. El primer día las presentaron y empezó la capacitación que duró nueve meses. Las clases arrancaban a las 13 y terminaban a las 20. Hubo teoría y práctica. De a poco, empezaron a formar parte de la cotidianeidad del cuartel. Inés recuerda que su primera tarea fue atender el teléfono para tomar nota de la emergencia de turno.
Un día llegó el incendio. Fue uno forestal en una zona conocida como Las Zetas. Como un animal que se mete en su coraza y está listo para la acción, Inés se cambió en dos minutos y subió al camión. "Se te cruzan muchas cosas por la cabeza. Me dio mucha incertidumbre, pero a la vez, me sentía muy segura. Mi superior me dijo cambiate y salimos. Igual, como somos nuevas tratan de no exponernos a fatalidades, aunque también me siento preparada para enfrentarlas", cuenta Inés.