El tablero sigue dividido. El Consejo de Seguridad de la ONU, convocado por la vía de urgencia tras el último ensayo nuclear de Corea del Norte, mostró este lunes la distancia que aún separa a las grandes potencias a la hora de atajar la vertiginosa escalada armamentística emprendida por Kim Jong-un. EEUU, Francia y el Reino Unido exigieron recrudecer las sanciones e incluso en el caso de Washington se aireó la disposición de castigar a todo país que comercie con Pyongyang. "No buscamos la confrontación militar pero nuestra paciencia no es ilimitada. Corea del Norte está clamando por una guerra con su uso abusivo de los misiles”, señaló la embajadora estadounidense. China y Rusia, en cambio, apostaron por el diálogo.
Bajo este horizonte de terror nuclear, la posibilidad de que la presión diplomática y comercial sobre Corea del Norte sea capaz de cambiar el rumbo de colisión es vista como última esperanza. Pese a los fracasos históricos con que se han saldado las negociaciones con Pyongyang y la vertiginosa aceleración de los ensayos balísticos y nucleares en el último año, Washington considera que, con sanciones y embargos, aún queda un mínimo camino por recorrer.