El Ecuador ha sido noticia mundial durante los últimos días y no precisamente por algo que nos haga sentir orgullosos. Todo lo contrario, y de forma dolorosa, hemos encabezado la estadística regional, tras la llegada del coronavirus.

La más reciente, que ha motivado haber recibido llamadas para que realice informes a muchos países latinoamericanos, se relaciona con Guayaquil, ciudad situada al pie del Pacífico y considerada atractivo turístico por muchos argentinos, que hoy vive una tragedia sin precedentes, a causa del avance de la enfermedad.

El pánico, aumentado por decenas de videos que se han viralizado en las redes sociales, en los que se vieron personas fallecidas, arrojadas tristemente a la calle, se asemeja a una escena casi apocalíptica, pero que tiene su fundamento en múltiples factores:

Haber subestimado lo que sucedió en Asia y luego en Europa, haber demorado en tomar acciones más drásticas, una inversión en salud que ha mostrado múltiples falencias y el irrespeto ciudadano frente a las medidas impuestas. Todo eso transformó a la segunda ciudad más importante del Ecuador en una zona de guerra, con cientos de personas demandando, de forma desesperada e incluso en casos casi agónica, atención médica o clamando porque alguna institución pública retire –sin respuesta alguna- cuerpos de un padre, una esposa, un hijo o un hermano.

El gobierno –recién el miércoles 1 de abril y el jueves 2- aceptó públicamente la realidad de la que propios y extraños hablaban al principio en voz baja, pero que con el paso de las horas se transformó en ira.

Jorge Wated, quien lidera la fuerza de tarea conjunta creada por el Presidente de la República, admitió que la cifra de levantamiento de fallecidos pasó de 30 a 150 diarios en Guayaquil y que “expertos médicos” dijeron al gobierno y estimaron que los decesos llegarán en la provincia del Guayas a 3500 en los siguientes meses. ¡Inédito y quizá peor que un terremoto o una guerra para un país pequeño en territorio como el Ecuador!

A día seguido, el Presidente de la República hizo lo propio. Aseveró que se viven días muy duros para el Ecuador y reconoció que con toda seguridad existen "decenas de miles de contagios y cientos de vidas cegadas por este virus”, en alusión al COVID-19.

En Argentina, hasta la tarde de este jueves el número de casos superaba poco más de 1200 en medio de una cuarentena que no todos respetan. Solo me queda darles un consejo: Cada vez que crean que no va a pasar nada en el cono sur, recuerden el dolor y la impotencia que se viven en Guayaquil y en todo el Ecuador a causa del coronavirus.

Por Néstor Aguilera, periodista ecuatoriano. Especial para LT9.com.ar