Hace pocos días se lanzó el sistema operativo Huayra 5.0, que vendrá instalado en las 633.000 netbooks que el Estado argentino, desde el Ministerio de Educación, destinará a estudiantes de todo el país en el marco del plan federal Juana Manso, que pretende "promover, acompañar y brindar los medios para el uso de tecnología en el sistema educativo argentino", a corto y mediano plazo.
¿Qué es Huayra? Es un sistema operativo libre, es decir, es un software cuya función es equivalente al quizás más conocidos Windows, de Microsoft, pero que a diferencia de éste, cumple con ciertos requisitos técnicos y éticos que le valen poder considerarlo "libre".
Esa denominación, que bien puede sonar algo liviana -¿qué es la libertad, en relación a un artefacto, después de todo?- tiene una larga tradición y todo un movimiento social por detrás.
Huayra es "libre" porque cumple con ciertas características, que la Free Software Fundation sistematizó en las llamadas "cuatro libertades".
Una primera "libertad 0" indica que el software permite su uso irrestricto. La libertad 1 indica que se puede acceder al código del programa y se tiene libertad para estudiarlo y modificarlo si así lo desean sus usuarios y usuarias. La libertad 2 indica que se pueden distribuir copias del software libremente, y finalmente la libertad 3 indica que cualquiera puede hacer mejoras del programa y distribuirlas libremente.
Pero más allá de esas libertades, el software libre es un movimiento social que desde hace más de cuatro décadas lleva adelante activismos para lograr tecnologías que, además de respetar la privacidad de sus usuarios y usuarias, contribuyan a su soberanía. Esto es, contribuyan a que las comunidades tengan decisión sobre las tecnologías que utilizan.
El desarrollo de Huayra puede inscribirse en esa búsqueda de soberanía tecnológica, en este caso un desarrollo pensado específicamente para el sistema educativo del Estado argentino. Esto significa que allí se encontrarán aplicaciones de software orientadas a la enseñanza, la producción multimedia, y por supuesto los infaltables videojuegos, un tipo de entretenimiento al que, de otro modo, sólo pueden acceder los pocos que pueden pagar sus altos costos.
Versiones anteriores de Huayra ya vinieron instaladas en las famosas netbooks del Estado, pero en una modalidad que se llama de "doble booteo", que quiere decir que se podía elegir entre utilizar Huayra o utilizar Windows. A partir de ahora las netbooks sólo vendrán con Huayra.
Esta noticia fue celebrada por la comunidad de software libre argentina, en tanto se considera que educar utilizando una herramienta "privativa" (o herramienta no libre), significa enseñarle a los y las estudiantes a ser fieles a un producto que vende una corporación. Y para peor, una corporación acusada de no respetar la privacidad de sus usuarios y usuarias, así como una de las causantes del avance de la lógica del copyright, a la que el movimiento software libre se opone.
Una queja habitual frente a Huayra, así como cualquier otro sistema operativo que no sea el tan mentado Windows, es que, básicamente, no es Windows. Las aplicaciones disponibles son otras y mucho software de uso habitual no se puede instalar. Y en esa crítica descansa parte del problema de que se enseñe a utilizar sólo Windows.
Pero ese miedo inicial desaparece pronto con un poco de acompañamiento. Existen hoy incontables foros de consultas sobre todo lo referido a software libre, y prácticamente en toda ciudad existe alguna persona comprometida con estas ideas y valores, dispuesta a dar una mano. Además, hoy hay herramientas de software libre para hacer todas las tareas informáticas imaginables. E incluso muchas compañías de videojuegos están lanzando directamente versiones compatibles con sistemas operativos libres.
Huayra es un paso fundamental para el desarrollo de la soberanía tecnológica en el país. Pero quedan otros.
No debe olvidarse que es necesario generar, por un lado, los puestos de trabajo estables y bien remunerados para las trabajadoras y trabajadores que llevan adelante estas iniciativas, en un contexto en el que las personas con estos conocimientos tienen muchas posibilidades de acceder a trabajos con salarios en dólares.
Por otro lado, deben generarse las instancias de participación ciudadana en estos proyectos, que garanticen, que en efecto, la informática del pueblo está en manos del pueblo.
++El autor es Licenciado en Letras. Activista de la cultura y el software libres. Tutor y docente Tecnicatura Universitaria en Software Libre (FICH-UNL).