En el mes de julio, el Campo Militar San Pedro fue noticia por dos hechos contradictorios. Por un lado un vuelo sobre el mismo realizado por el Equipo Argentino de Antropología Forense con un equipo de escaneo superficial láser. El objetivo era obtener mayor información para combinar con testimonios, para hallar los restos de los desaparecidos que aun faltan. La otra se refería a una gestión del Ejército a fin de que les habiliten un área para ejercicios militares.

Existen numerosos testimonios de personas del lugar, incluso de un ex represor, de que en el campo además de la fosa encontrada con los restos de ocho desaparecidos y desaparecidas, hay varios enterramientos clandestinos que aun no se hallaron. Es una búsqueda muy difícil, en un campo de enorme extensión, con un monte que ha cambiado mucho luego de más de 40 años, con zonas desmontadas para uso agrícola, lo cual ha borrado las huellas dejadas por los genocidas sepultureros. Por eso se espera que  la utilización de la moderna tecnología ayude en esta investigación.

Además desde 2019 impulsamos un proyecto de transformación del campo en un Espacio de Memoria con una Escuela Experimental de Ciencias Forenses, que a su vez permita la búsqueda permanente de desaparecidos. Aspiramos a que un lugar de muerte se transforme en un sitio de  construcción de memoria, verdad y justicia. La propia ley nacional de Sitios de Memoria (26.691) establece la obligación para el Estado de preservar estos lugares, para “facilitar las investigaciones judiciales” y “para la preservación de la memoria de lo acontecido durante el terrorismo de Estado en nuestro país”.

Ya en 2016 hubo un intento militar de reingresar al campo, al que nos opusimos, al igual que al de hoy. Un hecho así es incompatible con la continuidad de la búsqueda de desaparecidos. Testigos de aquella época, que quedaron con mucho temor, no podrían prestar más su colaboración. Además la presencia del ejército no garantiza la preservación de los restos que aun guarda el campo. Pero también hay una cuestión simbólica que no es menor.

Un lugar de horror y muerte no puede volver a ser nunca un espacio de entrenamiento de las Fuerzas Armadas. Es inaceptable que oficiales, suboficiales y soldados caminen sobre los huesos de los desaparecidos. El Nunca Más al terrorismo de Estado, en concreto y más allá de lo discursivo, significa decir que no a todo intento de borrar la memoria del genocidio. Ya en 2018 y 2019 hubo un pronunciamiento generalizado y contundente en este sentido, por parte de las comunas de la zona del campo y de las cámaras de diputados y senadores de la provincia de Santa Fe.

**El autor es miembro del Foro contra la impunidad