— Ricardo Mascheroni
Una de las grandes preocupaciones globales en materia ambiental, está configurada por el avance indetenible en el Planeta de la desertización o desertificación, la que amenaza a las producciones agrícolas y consecuentemente la posibilidad de alimentación de millones de personas.
La desertificación es la deshidratación progresiva y la pérdida de las capas humíferas de los suelos, consecuencia de fenómenos naturales, pero también de la actividad del hombre a través de modelos agrícolo-ganaderos insustentables, la deforestación y del riego artificial.
Ello hace que los suelos se tornen estériles e improductivos en forma irreversible.
Tan preocupante es esto que para paliar el problema, la ONU impulsó la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación y la Sequía y estableció un Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía.
Traducido a idioma sencillo, significa que los suelos se empobrecen y pierden su riqueza.
Un viejo economista devenido en ambientalista, con quien comenté el asunto, me dijo: "Sobre la desertificación de los suelos todos hablan, pocos hacen nada, pero los más y que conocen del tema, no dicen ni 'mu' sobre la desertificación económica o monetaria, que en muchos casos es más perjudicial y casi siempre más rápida que la de los campos". Y agregó: "En este tema existen muchos intereses, mucha plata y sólo unos pocos se llevan la parte del león y por lo tanto no les convenie avivar giles".
- ¿Cómo es eso?, inquirí.
- "Pensá un poco", me dijo.
"Cuando exportamos commodities, no se llevan soja, maíz o trigo, sino que fundamentalmente se llevan humus, nutrientes y agua, y el suelo se queda sin ellos, por lo que queda pobre", siguió.
"Hoy la globalización ha impuesto planetariamente un modelo comercial, industrialista y productivista aplastante, que hace del consumo irracional un paradigma de vida".
- Coincidimos, asentí.
"Si coincidís en esto, también coincidirás, que dicho modelo es llevado adelante por las grandes multinacionales que como ejércitos de ocupación colonizan hasta las zonas más recónditas del mundo y también las mentes y consecuentemente generan una dependencia cultural hacia ese sistema que nos promete el paraíso, el que por otra parte nunca alcanzaremos."
"Sus mejores armas son la mercadotecnia, la sustitución del discurso propio por el de los nuevos gurúes, las marcas, patentes y royalties y los medios de comunicación monopólicos o cartelizados en lo empresarial y en lo ideológico que machacan hasta el cansancio las verdades reveladas de la nueva religión del Mercado".
"La ignorancia o complicidad de nuestros representantes hace el resto". "Como dice José Saramago (Nobel de Literatura 1998), "Impresionados, intimidados por el discurso modernista y tecnicista capitulan. Aceptan adaptarse al nuevo mundo que se nos anuncia como inevitable. Ya no hacen nada para oponerse. Son pasivos, inertes, hasta cómplices. Dan la impresión de haber renunciado a sus derechos y a sus deberes. En particular su deber de protestar, de sublevarse, de rebelarse".
Entonado con la charla, continuó en un monólogo casi alucinante: "A través de esas armas, este neoliberalismo global expande sus mercados y maximiza sus ganancias, incrementando la tasa de transferencia monetaria desde los países empobrecidos hacia los enriquecidos del mundo, lo que le reporta no solo más divisas, sino fundamentalmente poder de decisión en unas pocas manos y por encima de los Estados mismos".
"En ese esquema, sus regimientos y divisiones de ocupación están encarnados por shopping, hiper y megamercados, bancos, casinos y empresas de servicios (telefonía, turismo, prepagas de salud, etc.), de capitales globales".
"Estos negocios, cual barrenos que horadan la piedra, van succionando hora a hora, día a día y año a año, el esfuerzo, el trabajo, el sacrificio y el ahorro de los pueblos en que se aposentan, con una rentabilidad mayor que en sus países de orígenes, que es remesada a sus casa centrales sin solución de continuidad".
"No hay nada nuevo, ya la famosa Armada Invencible española en la conquista de América llevaba las bodegas de sus barcos cargadas de oro y plata de sus colonias, rumbo a la metrópolis". Ahora no se necesitan grandes flotas, se hace con asientos contables y dinero electrónico, sin riesgos de piratas o naufragios, por lo menos, eso creo".
"Mientras las pasteras, mineras, petroleras, empresas agrícolas, se llevan el agua, los bosques, los nutrientes de la tierra, el oro, la plata, el cobre y tantos otros minerales, muchos de valor estratégico, empobreciendo nuestro patrimonio, los shopping, telefónicas, megamercados y casinos completan la expoliación, llevándose el dinero del bolsillo de los trabajadores, sumiéndolos en las carencias y la miseria más terrible".
"Esto que te expliqué, constituye el basamento de la desertificación económica y es lo único que explica que mientras Argentina pueda crecer por años, sólo unos pocos se enriquecen y casi el 50 % de la población continúa bajo la línea de pobreza".
Con mal humor me dijo: "Nunca viste en algunas ciudades la gente haciendo cola en los bancos para cobrar planes sociales, e inmediatamente cruzarse al casino o sala de juegos y dejar su dinero en las máquinas tragamonedas". “Por eso en muchas provincias hay salas de juego hasta en las terminales de colectivo… es que hay que esquilmar hasta a los que están de paso".
"Tanto la desertificación de los suelos como la desertización económica tienen mucho en común, pero lo peor son sus consecuencias, ya que ambas hacen desaparecer la riqueza y generan pobreza. La tierra yerma y arrasada y la desaparición del circulante y de la capacidad de ahorro, van quedando a su paso, matando toda posibilidad de futuro. Además y de la mano de lo reseñado, la desocupación, la precariedad laboral y los quebrantos de la pequeña y mediana empresa florecen como hongos después de la lluvia."
“Por cada trabajador que ocupan esos negocios en el lugar donde se instalan, se pierden entre 7 y 10 puestos de trabajo en las pequeñas y medianas empresas y comercios locales.”
"El conflicto central de Argentina no es la crisis económica mundial, que agrava la situación, sino que el verdadero problema es la desertificación monetaria y la fuga de divisas.”
Con síntomas de fatiga, mi interlocutor, sin que le preguntara nada y a modo de cierre, terminó: "Ahora entenderás por qué un economista formado en los estudios de las ideas económicas, Keynes, Adam Smith, la escuela de Chicago y tantos otros, después de ver cómo funciona el mundo, se ha vuelto ambientalista."
Creo que no hay nada más que agregar.
* El autor del artículo es docente y columnista del programa Entre Mate y Mate, que se emite los sábados en la mañana de LT9.