El pasado 10 de marzo, el padre Ignacio Peries fue contundente y claro: “Este año yo voy a tu casa”, dijo durante la misa dominical. La frase tuvo sus argumentos: entre otras situaciones dramáticas, horas antes habían matado a Bruno Bussanich, un joven playero de 25 años. Eran momentos en que la violencia narco parecía no tener fin en Rosario. En ese contexto, el sacerdote asentado en el barrio Rucci tomó la decisión de evitar que su tradicional Vía Crucis del Viernes Santo, al que concurren cientos de miles de personas cada año, se hiciera con una procesión por las calles.
Y fue así. Este viernes, desde las 21, se realizó dentro del templo: la iglesia Natividad del Señor. Fue allí donde Ignacio se expresó ante la mención de cada una de las 14 estaciones. Y allí fue también donde dio su tradicional mensaje final en el que, si bien no hizo referencia directa a los episodios de violencia que vive Rosario en materia de narcoterrorismo, pidió “salud, trabajo y paz en los hogares”. Suplicó a Dios “fuerzas para llevar la cruz de cada día”.
En aquel 10 de marzo, el sacerdote había señalado que si bien el intendente Pablo Javkin y el gobernador Maximiliano Pullaro lo apoyaban en la organización del masivo encuentro de fieles, él decidió el cambio.
Motivos
“El que cambió este año soy yo, por varios motivos: primero, por seguridad y, segundo, por el gasto que implica el transporte para venir. Este no es un año para hacerlo como siempre, no quiero que gasten”, manifestó a sabiendas de que el país vive los efectos de la inflación.
De este modo, la jornada de este viernes fue la tercera en la que la celebración se llevó cabo a puertas cerradas para seguirse de manera online y por televisión. Las previas (en 2020 y 2021) se debieron a la pandemia de Covid-19.
No en vano, las autoridades calcularon que al Vía Crucis de 2022 asistieron unas 300 mil personas. Era de esperar, el fenómeno de fe más importante del país regresó con los fieles ávidos de volver a ser parte.
Como contrapartida, este viernes, en la iglesia, había mucha menos gente, pero ante una celebración no menos emotiva: el padre Ignacio, delante del altar, fue acompañado por familias rosarinas y muchos chicos y jóvenes del Colegio Natividad del Señor, además de niños pequeños. En tanto, tres oradores relataban cada uno de los episodios de la Pasión de Cristo.
La transmisión fue impecable y también el desarrollo de la ceremonia. Una pantalla gigante mostraba imágenes de Vía Crucis anteriores realizados por el barrio. Dentro del templo, las cámaras paneaban todo el espacio: según cada instancia mencionada se levantaron imágenes de la virgen María, tal como ocurrió en la cuarta estación. Y en la séptima, por ejemplo, varios estudiantes mostraron carteles con frases como “no a la violencia”, “sí a la vida” o “seamos solidarios”, mientras el cura hablaba de las enseñanzas de Jesús ante las debilidades de las personas.
La noche en Natividad se destacó también por la presencia de referentes de otras iglesias cristianas, como las ortodoxas.
Durante la ceremonia sonaron guitarras y teclados para acompañar las voces de diferentes cantantes. Una vez más, Ignacio, en varios tramos, habló en inglés, consciente de que la ceremonia era seguida en diversas partes del mundo.
El clima fue de congoja y emoción, pero también tuvo profundas manifestaciones de fe y de esperanza.
Un gran crucifijo fue sostenido por distintos asistentes a medida que avanzaba el relato de las distintas estaciones. Y el Padre Nuestro y el Ave María se convirtieron en oraciones omnipresentes a la espera de la bendición final.
La puesta del llamado Vía Crucis virtual se destacó respecto de las anteriores con ese formato por su escenificación televisiva y la incorporación de fieles comprometidos con todo lo que iba ocurriendo.