“Fue por recomendación de una amiga. Tendría 21 años”, dijo María Alejandra, quien hace ya una década se desempeña como empleada doméstica en la ciudad de Buenos Aires. “Empecé haciendo tareas de limpieza, la comida y prácticamente de niñera. Cuidar a los niños, darles de comer, bañarlos, hacerlos dormir la siesta y llevarlos a la plaza”, listó. Su dedicación al hogar es total. Veinticuatro horas, siete días a la semana. Cumplida su jornada, al salir del trabajo aún queda otra casa y otra familia –la suya– de la cual ocuparse.
María Alejandra es una de las 70 millones de personas –la gran mayoría mujeres– que, en todo el mundo, se dedican al trabajo doméstico. “En este rubro hay entre 70 y 80 por ciento de trabajadoras mujeres”, dijo Claire Hobden, especialista de la OIT en Ginebra. “La mayoría pertenece a grupos vulnerables, como pueblos indígenas, inmigrantes, personas que vienen de generaciones de pobreza”, agregó Hobden, quien coordina la estrategia de trabajo decente del organismo para este sector.
En Argentina las mujeres representan a más del 95 por ciento del sector. Son el 17 por ciento de las mujeres asalariadas en el país. Un trabajo que en muchos casos se inicia desde edades muy tempranas: el 5,6 por ciento de las niñas de 5 a 15 años en Argentina dedican 10 horas o más a tareas domésticas, según reveló la Encuesta de actividades de niñas, niños y adolescentes (EANNA) realizada por la Secretaría de Gobierno de Trabajo y Empleo de la Nación.
¿Pero qué consecuencias conlleva en la trayectoria laboral de esas niñas? En opinión de Elva López Mourelo, oficial en mercados de trabajo inclusivos de la OIT, “cuando se inserten en el mundo laboral, es muy probable que lo hagan en la misma actividad que desempeñan desde la infancia”. Si se suma que las tareas del cuidado les restan tiempo a estas niñas para poder asistir a la escuela y las priva de formarse para poder desarrollar otras actividades, “se construye una trayectoria dentro del sector del trabajo doméstico u otras actividades del cuidado como resultado de una elección que no fue totalmente libre”, afirmó López Mourelo.
En la mayoría de los casos, al trabajo doméstico remunerado fuera de hogar, se le suman las obligaciones del trabajo que el propio hogar de la trabajadora demanda. Se convierte así en una actividad que se realiza las 24 horas del día, los siete días de la semana. “Estamos todo el día, dejamos toda una casa bien organizada, con los chicos bien bañados, lo único que tienen que hacer es cenar e irse a dormir y nosotros tenemos que ir a nuestra casa y organizarla también”, dijo María Alejandra, trabajadora de casa particulares.
Una particularidad de esta actividad es que los empleadores suelen ser mujeres. Son quienes tienen la responsabilidad de contratar a la trabajadora doméstica y coordinar su trabajo como parte de las actividades que los roles de género fijan dentro del hogar. Son quienes se encargan de ejercerlo y quienes consultan, entrevistan y contratan al personal que quedará a cargo de su hogar.
“Uno cree que la persona que tiene una empleada doméstica tiene cierto estándar económico. Pero en realidad es una cadena enlazada de mujeres que hace posible que tengamos empleo, un ingreso, un desarrollo profesional”, dijo Pimpi Colombo, Secretaria General del Sindicato de Amas de Casa de la República Argentina (SACRA).
El 75 por ciento de las trabajadoras no está registrada. La alta informalidad del sector contribuye a crear condiciones para el trabajo forzoso y el trabajo infantil. Acarrea una remuneración injusta y falta de derechos como vacaciones, aguinaldo, días por enfermedad y maternidad y, horarios no establecidos que a menudo limitan con la explotación. Además, estos factores se acentúan por el carácter de esta relación laboral, que suele implicar vínculos afectivos entre las partes, sumado a que muchas mujeres que contratan servicio doméstico no logran verse en un rol de empleadoras respecto a una actividad que ellas han hecho tradicionalmente como parte de su trabajo reproductivo no remunerado.
Las empleadas domésticas en datos por Chequeado.com
El 75% de las personas que trabajan en el sector de servicio doméstico no están registradas. Es el sector de la economía con más informalidad en nuestro país y casi la totalidad de los trabajadores de este rubro son mujeres. En la fecha en la que en la Argentina se celebra el Día Nacional de las Empleadas Domésticas, día en que tienen la opción de no trabajar o de trabajar y cobrar doble, te mostramos datos y cómo se regula el empleo en este sector.
La celebración de esta fecha tiene su origen en el 3 de abril de 2013, día en que se promulgó el Régimen Especial de Contrato de Trabajo para el Personal de Casas Particulares, sancionado pocos días antes por el Congreso. “Hasta 2013 sólo se podían registrar a quienes trabajaban más de cuatro horas y más de cuatro días a la semana. Con la nueva ley, cualquier trabajadora doméstica, aunque trabaje una hora un sólo día, tiene que estar registrada”, señaló Juana del Carmen Brítez, secretaria de Actas y Organización de la Unión del Personal Auxiliar de Casas Particulares (UPACP), en referencia a la Ley 26.844.
Con los últimos datos disponibles del INDEC, del segundo trimestre de 2018, el empleo no registrado en el rubro “trabajo doméstico” alcanza el 74,9 por ciento. Es el sector con más informalidad, seguido por la construcción y el rubro hoteles y restaurantes. Con la sanción de la ley, no obstante, la situación mejoró. Hacia fines de 2006 y principios de 2007, la tasa de empleo no registrado del servicio doméstico superaba el 90 por ciento. Los datos oficiales, difundidos por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), muestran además que el 95% de los empleados de este sector son mujeres y que muchas se inician en edades tempranas.
Fuente: Organización Internacional del Trabajo / Chequeado