En épocas de olvidos interesados y fiestas patrias en que el pueblo está ausente, la figura de Belgrano, se vuelve necesaria como la conciencia moral de Mayo que se proyecta al futuro.
Belgrano es el presente, por su compromiso en cuestiones que los argentinos seguimos padeciendo en lo económico, social, ambiental y de género.
Con sensibilidad social decía: “El mejor modo de socorrer la miseria es prevenirla y atenderla en su origen; y nunca se puede prevenir si no se proporcionan los medios de que el pobre busque su subsistencia".
En defensa de pequeños productores, proponía crear un fondo de fomento “con destino a socorrer al Labrador”, y sobre los ricos de entonces y ahora, decía que había que “evitar los grandes monopolios que se ejecutan en esta Capital, por aquellos hombres que desprendidos de todo amor hacia sus semejantes, solo aspiran a su interés particular, y nada les importa que la clase más útil del estado, la clase productiva de la sociedad, viva en la miseria y la desnudez, que es consiguiente a estos procedimientos tan repugnantes a la naturaleza, y que la Religión y las Leyes detestan. Es preciso confesar que los pudientes no han hecho más que el Comercio con Europa sin atender a otros ramos, se ha pensado que el dinero era la verdadera (riqueza); así es que a la Plata y Oro se ha pospuesto infinitos otros medios más útiles a la humanidad”.
La situación de niños y mujeres en estado de pobreza, no le era ajena y proponía la creación de escuelas públicas y de artes y oficios con las cuales se daría ocupación a las gentes pobres, y especialmente a los niños; e industrias “para que trabajasen principalmente el Sexo femenino, Sexo en esta País, desgraciado, y expuesto a la miseria y desnudez, los horrores del hambre, y las enfermedades, expuesto a la prostitución, a tener que andar mendigando un pedazo de pan para su sustento, sabedor de todos los males que sufre este Sexo por falta de trabajo”. Reclama para el trabajador salario digno, ya que “Es indudable que el hombre se abandona luego que no halla recompensa en su trabajo, y que no ve el premio de sus fatigas.”
Sobre la protección de suelos, decía: “No se debe menos atención a los Montes. Es indispensable poner los mayores esfuerzos en poblar la tierra de Árboles, mucho más en las tierras llanas, que son propensas a la sequedad cuando no están defendidas, la sombra contribuye a conservar la humedad, y proporcionan mil ventajas al hombre; en Europa, se premia a todos los que hacen nuevos plantíos, y los particulares por propia utilidad se destinan a este trabajo, además de haberse prescrito leyes para un objeto tan útil. En algunos cantones de Alemania no se puede cortar Árbol ninguno por propio que sea para usos de Carpintería, sin antes probar que se ha puesto otro en su lugar; y ningún habitante de la Campaña puede casarse sin presentar una Certificación de haber comenzado a cultivar un cierto número de Árboles; en Vizcaya todo Propietario que corte un Árbol, ponga en su lugar tres”. “Se podía principiar cercando las Heredades con árboles. Los cercos contribuyen a la fertilidad del terreno, defienden de los grandes vientos, y hacen que se mantenga más tiempo la humedad; siendo de árboles como propongo, pueden dar leña para sus necesidades y con el tiempo tendremos maderas en abundancia para nuestros edificios y demás usos”.
Sobre la importación y fondos buitres, cuyos efectos provocan: recesión, imposibilidad de venta de nuestras propias manufacturas, quebranto de los hacendados por falta de valor de los productos, dice: “Señores, todos los pagos se han hecho con dinero en efectivo” y se pregunta: “¿Y cuáles han sido las ventajas que hemos conseguido? La destrucción, el aniquilamiento de nuestros fondos,”. Y sigue: “Están persuadidos aun, con un orgullo increíble, que su poder es inmenso, y aun les parece que no hay autoridad que los juzgue, y por esto mismo se les debe hacer conocer la energía con que nuestros jueces han sostenido las obligaciones de sus cargos,” aunque más no “sea para que conozcan nuestros venideros que hubo hombres de bien en medio de la corrupción,” que supieron mantener la pureza de las leyes y cumplieron con lo que ellas mandan.
Sobre la concentración económica dice: “La repartición de las riquezas hace la riqueza real y verdadera de un País, elevándolo al mayor grado de felicidad, mal podrá haberla en nuestras provincias, cuando se reducen las riquezas a unas cuantas manos que arrancan el jugo de la patria y la reducen a la miseria”.
Belgrano hablaba de monopolios, clases sociales explotadas, fomento del Estado a las actividades productivas, mejora de la calidad de vida, miseria y desnudez de los trabajadores, etc., por lo que no tengo dudas que si algunos, leyeran estas frases, sin saber su autor, dirían que están en presencia del discurso de un populista o comunista que no comprende las ventajas del mercado global.
* El autor del artículo es docente y columnista del programa Entre Mate y Mate, que se emite los sábados en la mañana de LT9.