Unión logró ante Independiente el segundo objetivo que se había propuesto: ingresar a la Copa Sudamericana. El primero era acumular puntos para no tener problemas con el promedio. Y una cosa llevó a la otra.
El festejo desatado por el pueblo Tatengue fue la demostración del anhelo por ingresar de una vez por todas a un evento internacional. El plantel sacó a relucir ante Independiente todo lo positivo que había mostrado en algunas etapas del torneo y con los elementos favorables para una actuación acorde a las circunstancias logró darle a su gente y a ellos mismos una alegría sin precedentes.
Madelón delineó este plantel acertando más en las formas internas que en la táctica para que cada jugador entienda que el trabajo en equipo es el que prevalece y disimula defectos. Con las dudas de un equipo al que le faltaron reemplazos en lugares clave, el técnico impuso una estrategia acordé a un conjunto que debía prodigarse más en el trabajo afanoso que en el lucimiento.
Y tanto lo comprendieron los jugadores que hasta tuvieron tiempo en algunos partidos para ciertos lucimientos. Ahora viene la otra parte. Que esto no quede como un logro pasajero. Que el festejo inusual del sábado se traslade a gestas más importantes. La Copa Libertadores debe ser una meta obsesiva. Y la lucha por un campeonato es una deuda pendiente desde 1979.
Esto debe servir de trampolín para que Unión entienda que hay inversiones que pueden servir para pasos de mayor calidad. Salud mundo rojiblanco. A seguir pensando en grande. Es lo mejor.