La historia se teje en base a datos concretos y por la leyenda que cada episodio marca como el hecho indestructible a través del tiempo. Aquel partido frente al Santos en el Mayo Rojinegro 64 es testimonio indeleble que marca a fuego el corazón sabalero. Otro grande de América como Peñarol de Montevideo también se encolumna dentro de ese costado melancólico pasional que cada hincha recuerda como otro gigante que elevó la autoestima sabalera. Los grandes partidos de Copa Libertadores frente a Sporting Cristal, Alianza Lima, Olimpia y el propio River son una muestra clara que Colón sabe y entiende de lides de gran importancia. Y hoy seguramente el hincha sabalero piensa que está ante otra oportunidad de emocionarse en grande. Porque es un partido que refrenda aquello que la leyenda continúa.

Juega en el Mítico Morumbi ante otro auténtico grande del fútbol brasileño y mundial que se llama San Pablo. Esa es la esencia de lo especialísimo que es este partido. No se trata de la Copa Sudamericana en sí misma, la que Colón ha jugado anteriormente. Se trata del rival. Ese rival que hace más fuerte la historia. Y para el hincha, henchir el corazón y gritar bien fuerte por su querido, sufrido y humilde Colón en el opulento Morumbí. Nada más y nada menos.

Y ahora, la otra parte. La puramente futbolística. Y ahí aparece el otro costado. Lo difícil que resultará para Colón este enfrentamiento. Con un San Pablo decididamente favorito. Con un equipo sabalero que no ha encontrado aún una identidad absoluta. Que le ha costado ante equipos de menor envergadura. Tendrá que extremar recursos para ser una oposición firme. Deberá cada jugador insertar en su juego el plus mental y de motivación que este tipo de partido requiere. El técnico será fundamental para leer el partido antes y durante su desarrollo.

Colón tendrá que jugar al límite de sus más altas posibilidades para tener chances de encarar la revancha con cierto optimismo.

Por otro lado Colón sabe que nadie le regaló nada y esa debe ser la base de sustento de su optimismo para encarar el juego. Desde su humildad y su concentración.

La historia y la realidad hoy van tomadas de la mano. Ojalá que a esa historia y a esa realidad la sangre y luto la haga flamear con dignidad. Esa dignidad a la que Colón se aferró muchas veces.