La U.I.S.F. acaba de cumplir 95 años. Fue fundada un 15 de agosto de 1923. Desde ese momento hasta el día de hoy ha pasado mucho tiempo. Pero nuestra preocupación en la Unión Industrial sigue siendo la misma: propender a la consolidación y al crecimiento de nuestra industria nacional.
Y en estos 95 años los industriales hemos aprendido algo: cuando a la industria le fue mal, al país le fue mal. Cuando el sector productivo no pudo desplegar sus energías para la creación de valor y empleo locales, al país le fue mal.
Si repasáramos nuestro discurso de dos años atrás veríamos que, en ese momento, ya hablábamos de un cóctel explosivo: mercado interno en baja o sin crecimiento, drástico ajuste en las tarifas, altísima presión tributaria, elevada inflación, exorbitantes tasas de interés, importaciones sin control y ausencia del crédito productivo. A dos años, y pese a nuestros enérgicos reclamos, esos problemas no solo que subsisten, sino que se han profundizado, provocando este generalizado desastre productivo en el que nos encontramos hoy. Porque hay que decirlo con todas las letras: estamos transitando por un lento y sostenido exterminio industrial.
La realidad nos indica que, como país, no somos capaces de mantener nuestro ciclo de crecimiento económico. En el periodo 2002-2011 prácticamente duplicamos la producción industrial argentina hasta alcanzar un índice de 160 puntos. De allí en adelante oscilamos entre los 140 y los 155 puntos. Hoy estamos en 128 y cayendo. Es decir que, además de no crecer, retrocedimos un 30%. La última vez que Argentina tuvo balanza de pagos positiva fue en 2009 con más de 8.000 millones de dólares. A partir de allí comenzamos una progresiva degradación donde perdimos el 60% de nuestras exportaciones, para terminar en el año 2017 con una balanza de pagos negativa de casi 31.000 millones de dólares. Y sin balanza de pagos positiva no hay crecimiento.
Entonces, nuestro problema hoy no pasa por ser de tal o cual signo político. El gran problema hoy es decidir qué modelo queremos para nuestro país: o producimos más, exportamos más y creamos más valor a través de un modelo productivo capaz de brindar desarrollo para 44 millones de argentinos, o nos convertimos en un país agroexportador donde puedan vivir decentemente 17 millones de argentinos mientras el resto mendiga algo para comer.
Y nosotros, desde Santa Fe, podemos hacer mucho en ese sentido. Nuestra provincia tiene el segundo PBI industrial del país. Y hoy están aquí los representantes de todos los sectores productivos: la industria, el comercio, la construcción, el campo. Entre todos somos los responsables de crear riqueza, de realizar inversiones y de generar empleos primarios. Además, nos acompañan también los apalancadores del sector productivo, como lo son, el sector financiero que tiene la gran responsabilidad de financiar la producción y el crecimiento, las universidades que forman a los profesionales que necesitamos, los organismos de investigación que deben ser fuente de innovación aplicada a la producción y, por supuesto, tenemos el estado, un estado que debe estar presente y ser un socio en la generación de riqueza.
Por su historia, por su presente y por su futuro, Santa Fe puede y debe ser una provincia productiva, amigable con los que crean riqueza, proactiva para resolver los problemas que surjan en el camino, pero siempre manteniendo un Norte: la producción como fuente de empleo y desarrollo para los santafesinos.
Y algunos dirán: “sí, pero dependemos de la macro”. Es cierto, pero también es cierto que la macro depende de la micro. Provincias fuertes y productivas hacen un país fuerte y productivo. Y en Santa Fe tenemos una gran oportunidad, no podemos cruzarnos de brazos excusándonos en la realidad nacional.
En Santa Fe podemos acompañar a la industria y a la producción desde el gobierno provincial y los distintos gobiernos municipales:
Y la Industria también debe hacer lo suyo. ¡Por supuesto!
Y bajo la consigna de que “Provincias fuertes y productivas hacen un país fuerte y productivo”, en Santa Fe todos los sectores productivos y el sector público debemos trabajar juntos para alcanzar ese objetivo. Tenemos que mostrarle a nuestra gente que, hoy más que nunca, vale la pena apostar por un producto nacional, vale la pena comprar en un comercio local, vale la pena invertir en nuestro pueblo o en nuestra ciudad, vale la pena trabajar nuestros campos y generar materias primas para nuestras industrias. Porque solo así tendremos mejores escuelas, más hospitales, mejor seguridad, más empleo genuino. Solo así podremos sacar a nuestros chicos de la calle y a nuestros conciudadanos del horrible flagelo de la desocupación.
Sin la producción privada no hay trabajo, y sin trabajo no tenemos salida.
Nosotros desde la Unión Industrial de Santa Fe les decimos a todos: ¡cuenten con nosotros! Pues nos sentimos protagonistas de este proceso de construcción de una realidad industrial mejor para que podamos aspirar a una realidad provincial y nacional mejor.
Por Javier Martín, Presidente de la Unión Industrial de Santa Fe.