En nuestras habituales encuestas e informes vertidos a lo largo del año 2018, creemos que hemos sido por demás elocuentes en demostrar que el año recientemente finalizado no ha sido, para nada, satisfactorio para el comercio local.

Siempre hemos hecho hincapié en la importancia que tiene el sector dentro de la economía local. Más allá de la consabida caracterización de la ciudad de Santa Fe como “administrativa” o de “empleados públicos”, el comercio siempre ha sido, históricamente, un sector dinámico que aporta su impronta al desarrollo local, y demanda una importante cantidad de mano de obra.

En ese contexto, se ha ido consolidando un empresariado del comercio que ha sabido enfrentar distintas y recurrentes crisis a través de los años. En nuestro Departamento, hemos ido monitoreando las “expectativas” de esos empresarios quienes, a pesar de duras realidades y caídas globales de las ventas, continuaban siendo optimistas y apostando a una mejora de la situación.  Pero fuimos advirtiendo que esas expectativas favorables u optimistas, iban decayendo al ritmo de que cada mes mostraba caídas interanuales constantes, algunas veces de considerables proporciones.

En tal contexto, y advertidos de la difícil situación por la que atravesaba el sector en todo el año 2018, desde distintos sectores gubernamentales, y apoyados y motorizados por instituciones como el Centro Comercial de Santa Fe y otros centros comerciales de la zona, se implementaron diferentes acciones. Así, la Municipalidad de Santa Fe puso en práctica el “OFERTON” de buena recepción entre los comerciantes, y el Gobierno de la Provincia implementó una serie de sorteos de electrodomésticos para fomentar la actividad en centros comerciales a cielo abierto.

Todos esos paliativos, sumados a los esfuerzos particulares de los comerciantes en cuanto a descuentos, ofertas y promociones, fueron muy útiles, pero insuficientes. Cuando una variable de la macroeconomía como es el Consumo, está deprimida y en descenso, son pocas las acciones que se puedan hacer para revertir esa situación solamente desde la iniciativa y perspectiva de un sector.

Los comerciantes habían depositado sus expectativas en un buen Diciembre, ventas navideñas de por medio. Y no fue así. Si bien hubo un movimiento comercial mayor al que se había desarrollado durante todo el año, tampoco fue lo esperado y preocupan los nubarrones de quietud en la actividad que se vislumbran para enero y febrero, tradicionalmente de bajas ventas.

En un escenario de caídas de ventas e incrementos de costos fijos, los comerciantes han tratado de sobrevivir a un 2018 muy complejo, en el cual –además-  han visto esmerilados sus márgenes de ganancias en su afán de mantener las ventas. Sólo cabe rescatar el sostenimiento de la empleabilidad del sector, habida cuenta de la estrecha relación que se va formando entre el empresario pyme y su personal, teniendo en cuenta también lo invertido en la capacitación de esos empleados.

Por lo tanto, el horizonte 2019 no luce en sus mejores formas. Creemos que es muy difícil que esta situación pueda cambiar rápidamente. Así, el comercio local deberá estar preparado para enfrentar momentos difíciles, debiendo ser creativos a la hora de diseñar estrategias de ventas, controlar costos y redefinir sus márgenes de rentabilidad. En tal sentido, no puede ser ajena a estas determinaciones, advertir el incremento que viene mostrando el comercio electrónico, aún en un contexto recesivo. No creemos que se trate de reemplazar la actividad tradicional de los negocios, pero sí habrá que pensar, por lo menos, en una complementariedad de herramientas acorde con los tiempos que corren.

* El autor es director del Departamento de Investigaciones del Centro Comercial de Santa Fe