Que durante 2018 el salario perdió por goleada ante la inflación no es noticia. Ante este escenario las familias intentaron esquivarle a la disminución de su consumo mediante estrategias variadas: ahorrando menos, comprando segundas marcas, caminando para conseguir precios, realizando compras en grupo, endeudándose con las tarjetas de créditos, buscando precios por internet, etc. Cuando estos cambios en los hábitos de consumo no resultaron suficientes, el menor poder adquisitivo se transformó en caída del consumo. En la provincia de Santa Fe, los principales indicadores de consumo masivo cerraron el año con caídas interanuales de dos cifras:
El consumo de cemento, el cual muestra el comportamiento de la inversión por parte del sector público, las empresas y las familias, experimenta desde septiembre caídas superiores al 10% interanual (1). Si bien las estadísticas no logran expresar la complejidad de la situación, el pedido de “Estamos peor, haga algo”, que le hizo un obrero de la construcción al presidente en la inauguración de una obra, refleja en forma vivencial la realidad del sector.
El patentamiento de autos 0km, relacionado con el ingreso excedente de las familias, recibió un triple impacto de devaluación, aumentos de tasas de interés y ajuste en el presupuesto de sus clientes: en enero de 2019 se vendieron en Santa Fe la mitad de autos 0km (5.263) que en el mismo mes de 2018 (10.383) (2).
La venta en supermercados mide consumos más estables ante cambios en el ingreso, compuestos principalmente por alimentos, bebidas, limpieza y artículos paga el hogar. En diciembre se produjo una caída del 13% en ventas de supermercado a precios constantes, siendo el sexto mes de caída consecutiva (3).
El desplome del consumo ha extendido sus consecuencias a toda la economía: Empresas que disminuyen sus ventas y cierran o despiden personal; un Gobierno Nacional que disminuye su recaudación, se encuentra en un proceso de ajuste permanente y arrastra en el mismo camino a las administraciones subnacionales; un el Banco Central que reacciona a la crisis cambiaria subiendo las tasas de interés y condenando a las empresas con problemas de liquidez.
A nivel económico este cóctel resulta explosivo para un año electoral. Las esperanzas del Poder Ejecutivo Nacional están puestas en el sector externo (cosecha récord, minería y Vaca Muerta) y en lograr un congelamiento del dólar que contenga la inflación. Si bien esto último permitiría llegar a las elecciones con algo de aumento del salario que traccione el consumo y otorgue una sensación de alivio al bolsillo del votante, la fragilidad del esquema macroeconómico junto con la incertidumbre electoral ponen en duda esta estrategia.
Incertidumbre será la palabra preferida para pensar la economía nacional durante este año y, para la economía familiar, esta incertidumbre girará en torno a las posibilidades de consumir poco o muy poco.
Por Cristian Nieto, Licenciado en Economía
(1) En base a datos de Instituto de Estadísticas y Registro de la Industria de la Construcción.
(2) En base a datos de Federación De Asociaciones Y Cámaras Del Comercio Automotor De La República Argentina.
(3) En base a Encuesta de Supermercados de Instituto Nacional de Estadísticas y Censos.