Está claro que en el fútbol, especialmente el nuestro, el argentino, existen situaciones que en determinados momentos acomplejan al más fuerte y colocan en poco tiempo en situaciones difíciles a aquellos que han logrado objetivos altos. Son los vaivenes de una competencia pareja e irregular como los que se están dando en el actual torneo de Primera División. Colón es uno de esos ejemplos. El equipo sabalero arrancó esta competencia, luego de haber llegado a la cima, insinuando una anexión a lo hecho en la Copa de la Liga con un brillante triunfo ante River en la primera fecha. El rojinegro parecía intacto. Luego una derrota ante Lanus por 4 a 1 le advirtió que no debía relajarse ante el nuevo desafío. El empate ante Huracán de visitante y tres triunfos consecutivos reacomodaron su situación de candidato a estar en los puestos de avanzada. Pero con la salvedad que esos triunfos estuvieron matizados por el esfuerzo y por el aprovechamiento al máximo de oportunidades que fueron clave para esos logros. Pero obtenidos sin la firmeza y la prestancia del campeón. Con dudas defensivas y con ciertas debilidades para llegar al gol que fueron indisimulables. Podemos colocar en un recuadro aparte el muy buen segundo tiempo ante Vélez, que junto a la actuación ante River marcan una excepción a lo ofrecido por Colón en el actual torneo. 

Hasta aquí un conjunto que pese a los desequilibrios mantenía la postura y la expectativa de un plantel competitivo. Lo que vino después es lo que nos hace buscar otro tipo de explicaciones. La rotunda derrota ante Aldosivi, vapuleado en el segundo tiempo, el empate con sabor a poco ante Sarmiento, con un primer tiempo desechable y la decepcionante actuación ante Independiente, donde el Sabalero mostró el más oscuro lado futbolístico y pudo haber caído por cifras aún mas categóricas, nos llevan a una reflexión que excede la mira estrictamente futbolística. 

La pregunta es: ¿Qué es lo que ocurre para que el campeón caiga a tan bajo rendimiento? ¿ Cuáles son los motivos para que de pronto todo se desplome sin oponerse a las adversidades? Porque es cierto, y lo repito, que cualquier equipo encumbrado y con logros cercanos importantes puede tener su momento negativo. Puede tener una racha adversa. Es difícil mantener un nivel como el que Colón exhibió en la final ante Racing, donde llegó a lo más alto de su producción. Pero, sin lugar a dudas, manteniendo un nivel equilibrado en el porcentaje de sus actuaciones, con un piso de sustento en base a lo logrado, aferrándose a las consignas de triunfos anteriormente demostradas, el resultado va a estar a la altura de las expectativas generadas. Pero en estos tres partidos todo esto quedó sepultado en una nebulosa extrañamente sorprendente y alarmante. Podemos atenuar con la falta de los goles de su jugador emblema del torneo anterior, el Pulga Rodríguez. De algunas lesiones que complicaron el panorama. Pero que no alcanzan para justificar el mal desempeño de los últimos tres partidos. Entonces, ¿dónde debemos encontrar las razones de tantas defecciones? Un equipo acostumbrado a altos índices favorables en la relación goles a favor y en contra, hoy exhibe una de las defensas más goleadas del campeonato. Es difícil comprender como un plantel campeón pase de un extremo al otro. Y es ahí donde estriba el quid de la cuestión. 

¿Serán causas exógenas a lo estrictamente futbolístico? Soy de los que creen que ningún plantel va a renunciar a "dejar todo en la cancha" por el hecho de mantener diferencias con sus empleadores, léase C. D. rojinegra. Entiendo que cada jugador ingresa a un campo de juego para ofrecer su profesionalismo de la mejor manera. Algunos con más capacidad y otros con algunas debilidades de acuerdo a sus respectivos talentos. Pero todos teniendo como premisa obtener el triunfo. Pero sí afirmo enfáticamente que, como en cualquier grupo de trabajo, cuando existen diferencias que no se pueden zanjar o que no tienen el tratamiento adecuado, se producen fisuras que alteran el ánimo y normal desenvolvimiento de un grupo. Los propios jugadores y dirigentes dieron a conocer públicamente su postura, sobre el famoso tema del pedido de premios por haber clasificado a la Copa Libertadores de América. Cada una de las partes haciendo valer su posición. Dirigentes que dicen no corresponde porque no se había acordado y jugadores que avalan su reclamo por conversaciones que en ese sentido se habrían llevado a cabo. Y acá no tratamos de darle la razón a nadie. Simplemente colocar en la superficie un hecho que produce malestar y que afecta al trabajo grupal y en equipo, que tanto se pregonó luego del gran éxito logrado el histórico 4 de Junio pasado. Siempre se habla de las famosas "tres patas" para que la mesa esté firme. Dirigentes, técnico y jugadores. Hoy pareciera ser que esas "patas" están flojas, sin la consistencia necesaria para que el trabajo esté focalizado estricta y solamente en lo futbolístico. Las derrotas ante Aldosivi e Independiente no se dieron de la forma en que se plasmaron porque hubo un propósito deliberado para que ello ocurriera. Pero revela que existe una falta de sintonía peligrosa entre los componentes de esa "mesa firme" que obra negativamente a la hora de encarar objetivos importantes. Los dirigentes tienen esa experiencia a flor de piel, con el último resultado grande obtenido en San Juan. Aún está latente en sus corazones. 

Colón tiene todo el tiempo del mundo para revertir esta situación. Y quedó demostrado largamente que tiene un plantel apto para volver al camino correcto. Pero para que ello se manifieste deben sentarse a la mesa que hoy está endeble para reacomodar sus "patas". El técnico por su parte, debe rescatar todo lo positivo que le dio a este plantel. Los dirigentes entender que el diálogo y la buena predisposición a revisar, aunque más no sea los reclamos, son necesarios para una convivencia feliz. Y los jugadores comprender que lo que lograron no es una casualidad y extirpar la abulia que hoy los rodea. El sufrido pero ufano pueblo sabalero se los agradecerá.