Me reconozco entre los que consideran que -al contrario de extinguirse- la pregunta ¿Dónde está Santiago? Hoy se prolonga, se agiganta y se amplifica.

Porque "¿dónde está?" significó por 78 días y seguirá significando, dónde están mis garantías para manifestarme y dónde está mi reclamo libre.

¿Dónde está mi plena confianza en cualquiera de las fuerzas de seguridad?

¿Dónde está mi descanso en sus controles internos, como resguardo de las instituciones y de las libertades?

¿Dónde está Santiago? va a perdurar, porque es preguntar dónde está el compromiso moral, de no haber especulado -desde ningún sector político- con un caso que puso en entredicho a algunos referentes puestos en sus lugares gracias a la Democracia.

¿Dónde está Santiago? es preguntar dónde está el respeto y la capacidad de aceptación a la postura diferente; respeto básico a partir del cual se puede aspirar a la convivencia madura y al debate superador y constructivo.

¿Dónde está Santiago? Es querer saber dónde está mi tranquilidad de saber que por fin no existen más listas como la de la servilleta de Corach con jueces a la carta y con un planito y una hoja de ruta de juzgados políticamente prestos.

¿Dónde está Santiago? es expresar mi esfuerzo en ser bien pensado, para alejar el horrible sentimiento de que hubo -según las circunstancias- maquiavélicos e inconfesables deseos de lo peor, según a quien reste o sume votos.

¿Dónde está Santiago? es también dónde está la necesidad de generar con hechos la percepción social de que Policía y Justicia ponen la mejor actitud y aptitud, para que en casos como éste, no se pierda valioso tiempo y que nunca haya sospechosas demoras y vaivenes, especialmente en temas complejos y de alto impacto social.

El interrogante representa también la pregunta sobre dónde está el valor de la vida. ¿Cuánto cotiza la vida en comparación con la carrera por un cargo, por la medición de imagen, o por un punto más o menos en el escrutinio de este domingo?

Por todo eso, la respuesta adecuada, lo que hacía falta, no era el hallazgo de una persona muerta.

Hoy la pregunta ¿Dónde está Santiago? se quedó instalada en Argentina.

Y va a seguir interpelando qué se hace, que se deja de hacer, o qué se hace en contra de las garantías más elementales, que el Estado está obligado a custodiar y que todos tenemos Derecho a exigir.