El portal de noticias del diario La Nación publicó el miércoles pasado una nota titulada “Crisis social: la Iglesia denunció que seis de cada diez argentinos cayeron en la pobreza desde 2010”. En el primer párrafo del artículo, firmado por el periodista Mariano De Vedia, dice textualmente: “Desde la segunda presidencia de Cristina Kirchner, la crisis avanza y no deja de sembrar secuelas. Lo reflejan los datos del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA), el barómetro de la Iglesia. En la última década, solo cuatro de cada diez personas lograron evitar el umbral de la pobreza. Al mismo tiempo, un 30% de la población nunca dejó de ser pobre y tres de cada diez personas lo fueron alguna vez en los últimos diez años”.

La lectura es clara: en el último gobierno de la actual vicepresidenta se desencadenó una crisis económica que se extiende de manera ininterrumpida hasta la actualidad y cuyas consecuencias sociales son funestas. Según esa mirada, hace 10 años el país cayó al abismo y desde entonces el descenso no encuentra fondo.

Cuadro 1

Ese intento de explicación de la crítica situación de millones de argentinas y argentinos es aceptable desde la propaganda política. Permite variadas opciones discursivas, todas ellas rentables para múltiples opciones opositoras. Es que equiparar a los tres gobiernos diluye las responsabilidades de cada uno. Si además dos de ellos son o tienen participación del kirchnerismo, las mayores culpas deben buscarse allí. Se puede plantear además que el drama de la pobreza no se resolvió porque el programa de reformas desplegado en el tramo 2015-2019 fue abortado por la vuelta al poder del peronismo. O es posible, por otro lado, señalar que los dos grandes bloques de la grieta son corresponsables y que el camino está por fuera de allí. O acusar a todos de ser una casta y sanseacabó.

Pero lo cierto es que la premisa inicial es falsa. Rotundamente falsa. Claro, el marketing político no tiene por qué apegarse a los hechos si es que ellos no encuadran en los objetivos buscados. La realidad es que la pretendida pendiente hacia la pobreza es en realidad un camino montañoso con ascensos y descensos, en ocasiones ciertamente pronunciados.

En 2019, los economistas Daniel Schteingart, Federico Favata y Guido Zack hicieron un trabajo notable: reconstruyeron la serie de pobreza desde 2003 con la metodología aplicada por el gobierno de Mauricio Macri (cuadro 1), tras los largos años de deterioro estadístico por la pésima política implementada en el Indec. Valga el dato: Schteingart es hoy el director del CEP XXI, el centro de estudios del ministerio de Desarrollo Productivo, allegado al ahora caído en desgracia Matías Kulfas.

En ese estudio se puede observar que la pobreza pasó de un 32% en 2010 a un 27% a fines del último gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. 5 puntos menos. Y que si se analiza con ese misma modalidad desde la llegada de Néstor Kirchner a la Casa Rosada, la baja es de 33 puntos. Treinta y tres, no es un error de tipeo. La administración de Cambiemos elevó esa cifra a 35% en 2019, 8 puntos más. La historia más reciente, con Alberto Fernández, está más clara.

Cuadro 2

A pedido del autor de esta columna de LT9, Favata hizo en 2018 idéntica tarea con los aglomerados de nuestra provincia que son normalmente objeto de medición, siempre con la metodología implementada por el gobierno de Mauricio Macri (cuadro 2). Pese a los baches estadísticos, que en el informe a nivel nacional se solucionaron con la incorporación y cruce de otros registros oficiales, las tendencias son evidentes. En el Gran Santa Fe, la pobreza se redujo entre 2003 y 2015 del 55% al 32%, es decir 23 puntos menos. En el Gran Rosario se pasó del 66% al 27%, o sea 39 puntos. Entre 2010 y 2015 se verifica un descenso, más allá del golpe devaluatorio de 2014. En 2016 y 2018 el camino de ascenso es claro, con el recreo del interregno electoral de 2017.

No son todos lo mismo.

*El autor del artículo es periodista y se desempeña como columnista en diferentes medios.