Cometo la osadía de usar el título del libro Rebelión en la granja, del genial escritor británico George Orwell, publicado en 1945, el cual es una fábula mordaz sobre cómo el poder cambia a las personas, para graficar algunas de las cosas que vienen ocurriendo en el país.
En torno a este tema, se muestra como (poderosos y oprimidos), mutan sus principios puros por ideas individualistas, egoístas y autoritarias, según sus intereses.
Algunos le llaman pragmatismo, en su acepción del término que significa: “Adaptar la verdad a sus conveniencias”.
Algo de ello ha ocurrido y está pasando en las cúpulas de la UCR, que de ser la “causa de los desposeídos” ha devenido en la causa de los desposeedores.
Muchas de las frustraciones que vienen desde la convención de Gualeguaychú, están generando un clima justificado de resistencia o disconformidad en el pueblo radical, que ha pasado de un alejamiento silencioso de sus huestes, a las críticas públicas.
Estas elevaron el tono a partir de las expresiones de Mario Cimadevilla, Federico Storani y otras figuras de la UCR que está generando un tembladeral incipiente en las estanterías del partido, más allá de los silencios que atruenan, por la traición a la identidad y principios partidarios
En las filas radicales se ha profundizado el cuestionamiento, por parte de dirigentes y afiliados, a la conducción partidaria por su alianza con el PRO a la luz de hechos y actos que agravian la República y el Estado de Derecho, por vinculaciones non sanctas de jueces, empresarios y políticos de ese partido.
Muchos sospechan y con razón, sobre la corrupción que rodea al caso, como de todas las manipulaciones llevadas adelante por unos pocos para mantener cuotas de poder personales y egoístas aunque eso amenace la democracia y a la UCR y todo ello debe tener un límite ético en base a la historia radical.
En tal sentido el libro referido analiza la corrupción que surge tras toda adquisición de poder, en cualquier nivel y en un prólogo no publicado, Orwell, critica a los periodistas y a los intelectuales en general, diciendo: “recuerden que la deshonestidad y la cobardía siempre se pagan. No vayan a creerse que por años y años pueden estar haciendo de serviles propagandistas de cualquier régimen y después pueden volver repentinamente a la honestidad intelectual. Eso es prostitución y nada más que prostitución”. Y sigue: “En la actualidad, en nuestro país los liberales le tienen miedo a la libertad y los intelectuales no vacilan en mancillar la inteligencia: es para llamar la atención sobre estos hechos por lo que he escrito este prólogo.
«Libertad —decía Orwell en frase memorable— significa el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír».
Soy un convencido que la UCR debe volver a sus raíces nacionales, populares y democráticas, que enamorara a generaciones por décadas, privilegiando los intereses generales por sobre las miserias individuales.
Como no me creo poseedor de toda la verdad y siempre dudo, el día posterior a un nuevo aniversario de la muerte de Illia (18/01), me fui a reflexionar a la Recoleta, al Panteón de los Caídos en la Revolución de 1890, donde se encuentran los restos de Alem, Yrigoyen, Illia y tanto otros héroes y próceres, que dejaron un legado político y principista, central para todos los argentinos en los tiempos actuales y que merecieron el reconocimiento histórico.
Sentado en el lugar, me preguntaba cuáles son las enseñanzas y el legado que dirigentes como Morales, Cornejo, Cobos, Lousteau, Negri, Barletta, Corral y otros, les dejan a los jóvenes del país, radicales y no radicales.
Y me respondí: Nada de nada pueden dejar los suscriptores de un nuevo Pacto de la Concordancia, acuerdo que en su momento posibilitó la consolidación de la Década Infame y el Fraude Patriótico, proscribiendo a Yrigoyen y al partido, en un tiempo en que se cometieron los más grandes atropellos contra los intereses nacionales, en especial el pacto Roca-Runciman, que hoy ratifican con los herederos del cipayismo nacional, sintetizado en Juntos por el Cambio.
Al irme, me quedaba la seguridad de que a ese templo laico, la historia y la memoria, nunca dejarán que los restos mortales de todos aquellos que traicionaron los principios, las luchas y los valores del partido, puedan ser depositados en el mismo.
Espero no equivocarme.
*El autor del artículo es docente y columnista del programa Entre Mate y Mate, que se emite los sábados en la mañana de LT9