El inicio mismo de este juicio oral es ya una victoria de la memoria colectiva. Durante mucho tiempo dudamos que este proceso se pudiera concretar. Recién en 1984 pudimos hacer la primera denuncia ante un Juzgado de Instrucción provincia, hasta entonces en el Juzgado Federal, Mántaras, Quirelli, Tripicchio, Brussa y Montti nos habían negado ese derecho en la cara.
Nuestra acusación es clara, directa y tiene rostro humano. Está dirigida contra los responsables del régimen carcelario de tortura cotidiana que soportamos los presos políticos y que llevó a la muerte, en el mismo penal de Coronda, de los compañeros Juan Carlos Voisard, Raúl Manuel San Martín y Luis Alberto Hormaeche.
Coronda fue una cárcel de concentración del II Cuerpo de Ejército, estuvo bajo mando de la Gendarmería (directores, oficiales y tropa), y el último eslabón del terrorismo de estado. El objetivo no era la privación de libertad, sino la destrucción física, psíquica y moral de la persona, tal como lo expresó en más de una oportunidad el hoy enjuiciado comandante Kushidonchi: “de aquí saldrán muertos o locos”.
23 horas de encierro por día, ningún tipo de lectura o entretenimiento permitidos, la actividad física o laboral en las celdas totalmente penalizada; aislamiento absoluto de los detenidos en Coronda del mundo exterior durante casi un año - entre marzo de 1976 y febrero de 1977- ; atención médica deplorable; el desprecio grotesco de los guardias como clave de la relación con los detenidos; amenazas sistemáticas de toda índole; golpes corporales como norma; regulares requisas vejatorias, trato humillante a nuestros familiares… Esto es una breve radiografía ilustrativa de ese régimen carcelario inhumano al que pudimos sobrevivir solo en base a la resistencia colectiva, la unidad y la solidaridad incondicional que protagonizamos.
La justicia reparadora, esencia democrática
Arribar a esta instancia de juicio oral después de cuadro décadas demuestra claramente la decisión de la sociedad civil argentina de no cesar en la búsqueda de la verdad y la justicia. Y enmarca este juicio en el momento en que el poder político y los medios hegemónicos de comunicación intentan persuadir a la opinión pública de la necesidad de no mirar más hacia el pasado, de cerrar la etapa horrenda de la dictadura militar de 1976 a 1983.
Los que promovemos el Juicio Coronda estamos convencidos que no se puede construir una sociedad realmente democrática sin llegar a una justa condena de todos los responsables del genocidio perpetrado por la dictadura cívico-militar. Porque está comprobado que la impunidad envalentona a los genocidas que no dudan en justificar sus crímenes e inclusive conspiran contra la vida democrática.
Asociación Civil El Periscopio
Querellante en el juicio, conformada por los presos políticos que pasamos por Coronda durante la última dictadura.