El padre Tomás Olazábal llegó a la ciudad el martes y ya causó gran revuelo entre sus fieles que lo catalogaron como un “cura sanador” allá por 2009, luego de que trascendieron historias increíbles de personas que se curaron de enfermedades tras la bendición de Olazábal.
“No vengo por ninguna sanación en particular, sino porque transmite una energía muy especial y se comenta de que ha hecho curaciones sorprendentes”, dijo una creyente mientras se retiraba de la misa que tuvo lugar en el Convento Santo Domingo —iglesia Nuestra Señora del Rosario—, ubicado en 9 de Julio 1491.
En el móvil de LT9 las voces de los fieles coincidieron en la Fe y la Paz que transmite el cura y muchos concurren a agradecer y a pedir por enfermedades o por falta de trabajo. "Mi mamá hace más de 40 años que viene y el sacerdote es muy ameno, da una sensación de tranquilidad, es un remanso entre todo lo que está pasando. Nos preocupa mucho la inseguridad y nos tiene muy preocupado ese tema", dijo un vecino del centro.
"Estoy emocionada porque para mi la Fe es parte del ser humano, es la primera vez que vengo", dijo otra vecina de la zona. El fraile Tomás estará en Santa Fe hasta el sábado y dará misa a partir de las 10. Una vez terminada realiza la imposición de manos por la que esperan los cientos de fieles. Su visita se da en el marco del Retiro de Cuaresma. Por ello, en esta época tan particular para la religión cristiana, el padre también será protagonista de la predicación desde este jueves hasta el sábado, a las 17.30, en el Convento.
“Hace poco no había ni la mitad de la gente que tenemos hoy, es increíble el poder de convocatoria de este padre”, indicó una de las colaboradoras de la Iglesia.
Cabe recordar que el Padre Tomás llegó al Convento de Santo Domingo a principios de 2008. Al poco tiempo comenzó a difundirse el rumor de que tenía poderes especiales. Las misas se llenaban día a día. Corrieron testimonios sobre casos varios, que van desde curaciones de enfermedades terminales hasta alivio en situaciones de angustia. Mientras tanto, sus colegas vieron con desaprobación cómo se fue perdiendo la mística de silencio que imperaba en el templo. Los superiores tomaron la decisión de trasladarlo a Córdoba por tres años. Desesperados, los fieles hicieron cadenas de oración, reparten mails y organizaron un abrazo simbólico al convento. Finalmente el 4 de marzo, Tomás dio su última misa y se despidió rogando que el escándalo se esfume, bajo la promesa de volver una vez al mes.